La señora Wilma es milagrosa

A tiempo de abandonar Quillacollo con los dolarcitos que me obsequió la Virgencita de Urkupiña y curadas las ampollas y juanetes que el bailar había causado a mi pariente espiritual, corrió como reguero de pólvora la noticia que nos sorprendió a miles de peregrinos: había aparecido en La Paz una señora llamada Wilma, que era más milagrosa que la mismísima Mamitay de Urkupiña.

Sensacionalista y alborotera, como es mi comadre Macacha, se dio a la tarea de averiguar cuál era el apellido de esa competidora de la famosísima Virgen de Urkupiña, dónde obraba sus prodigios y si podría atendernos porque siempre nuestras necesidades superaban en mucho a nuestros peculios, sobre todo al mío, que lo tengo mucho más pequeño y flaco que la cholita cochabambina.

Yo dejé que mi comadritay averiguara por su cuenta los datos que más nos pudieran interesar como periodistas y ella salió de mi casa como flecha con polleras, mientras mi incredulidad acerca de mujeres milagrosas me decía que me quedara en casita averiguando tal asunto mediante consultas con mis amigos cibernéticos.

A las pocas horas retornó mi socia periodística informándome que había visitado el mercado Rodríguez, el mercado Lanza, el mercado Uruguay y el complejo Uyustus, sitios donde había conseguido importantes informaciones acerca de la señora Wilma, cuyo apellido es Velasco, y que no hace milagros para cualquiera (como somos nosotros) sino solamente para el Presidente Vitalicio de Bolivia y para el vicepresidente Alvarito García Linera; cerrando su informe con la noticia de que la mencionada señora ha sido designada Presidente del Tribunal Supremo Electoral.

Ante tal primicia periodística caí sentado al suelo, lastimándome mi cara.

Ya repuestos de la emoción, tomó la palabra la cholita cochabambina para decirme que en nuestras crónicas periodísticas deberíamos referirnos con el mayor respeto a la señora Wilma, porque ella es poseedora de los secretos más importantes que se registran en las próximas elecciones de octubre, o sea antes de que se produzcan los cómputos, y no solamente eso, sino que también sabe las cifras del Padrón Electoral que -como sabemos todos- hasta ahora es un secreto que sólo conocen Evito y algunos privilegiados.

Como hasta ese momento la cholita quillacolleña no me había convencido de los atributos milagrosos de la señora Wilma, pregunté con inquietud sobre las virtudes milagrosas que algunos le atribuyen a la famosa señora, respondiendo mi comadritay que la hora de sus milagros no había llegado aún, pero que ya nos enteraríamos de ellos cuando se conozcan los resultados de los comicios y los nombres de todos los favorecidos de la diosa Fortuna.

Como yo no me llevo de dichos anónimos, seguiré pensando en que mi única benefactora es la Virgencita de Urkupiña y no hay más damas milagrosas.

Dicho lo cual, mi comadre Macacha y este asociado cholero - periodístico nos dimos un casto abrazo al grito de “Volveremos a Urkupiña”.