Desde octubre de 1982, cuando se repuso el sistema democrático como sistema de gobierno y medio de vida del país, se han producido muchos procesos electorales y referendos con la presencia de posiciones soberbias y petulantes de muchos partidos políticos que no entienden que su existencia se debe a que están destinados a servir al país. Ahora, estamos a dos meses y días de las elecciones de octubre y los partidos políticos sean de izquierda, centro o derecha, no han entendido aún su verdadera misión y se encuentran enfrascados en reproches y posiciones contrarias al respeto que merece el pueblo en su conjunto y también quienes votarán conforme al Padrón Electoral.
Los programas e intenciones de los grupos políticos no contienen algo nuevo, son repetitivos de lo que siempre se ha dicho; parecería que para sus dirigentes no hubo tiempo o capacidad para estudiar lo que es política y menos para encarar - con serenidad, examen y estudio serio- los problemas nacionales. El pueblo, siempre paciente, observa hasta con cierta sorna, comportamientos que no debían producirse, porque las campañas muestran panoramas e intenciones iguales y ello da a entender que se buscaría el poder por el poder.
Muchas veces en la historia de nuestro país, los partidos políticos han fracasado por las mismas causas que hoy se las ve: ausencia de seriedad, carencia de conciencia de país y vocación de servicio, actitudes traumáticas para criticar al gobierno y éste a sus oponentes; hay muestra de soberbia y petulancia por creer que cada uno es lo mejor para el país. Hay poca o ninguna preparación sobre los contenidos de la Constitución Política, la Ley Electoral y otras reglas legales que los partidos deberían conocer. Todo da lugar a que posibles debates sólo resulten intenciones y no propósitos firmes para llevarlos a cabo o, también ocurre que casi todos anuncian disposición para debatir con el Presidente de la República y no se ve actitudes propicias a debates o confrontaciones verbales entre los candidatos con prescindencia del candidato oficial.
La ciudadanía que votará espera cordura, sencillez, sensatez y responsabilidad en los candidatos, sea para primeros mandatarios o para confirmar las designaciones “a dedo” de senadores y diputados plurinominales; por supuesto, no se ve ninguna disposición en quienes candidatearán personalmente o en nombre de grupos partidarios para diputados uninominales que se hayan enterado de los problemas nacionales y, menos, de la función que deberán cumplir en el primer y más importante poder del Estado, cual es el Legislativo.
Es urgente, pues, que los políticos asuman su verdadera misión y obren conforme a virtudes, valores y principios porque es tiempo de abandonar posiciones de privilegio que todos buscan y entender que debe llegar el tiempo de las responsabilidades con honestidad en todos los actos.
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