II
Prosiguiendo este argumento de que ciertas actitudes y decisiones de política nacional simplemente no las entiendo, hoy me referiré a la expresión de nuestro primer mandatario en el 6 de Agosto último. Dijo: se acabó el tiempo de la confrontación y ahora es el de la concertación.
¡Qué buena idea! Pero, ¿hay manifestaciones reales de que ese es un propósito sincero? Todo parece indicar que no se ha dado ningún mensaje, ni acciones, para acabar con ese gran teatro armado para perseguir a numerosos ciudadanos, particularmente de Santa Cruz, bajo el denominado caso “terrorismo”, por el cual más de 30 ciudadanos siguen en la cárcel por más de cinco años, sin ninguna sentencia. Esta forma de accionar de todo el andamiaje judicial, va contra todas las normas establecidas.
No se ha dado ninguna señal que permitiría que los centenares de ciudadanos que se han refugiado en Brasil y otros países puedan retornar al país, para reunirse con sus familias y recomponer sus vidas. Un ejemplo que es notorio, es la forma en la que han enmudecido a Leopoldo Fernández, que en el inicio de la campaña para las elecciones que se avecinan, formuló algunas declaraciones, apuntalando a éste o aquel candidato, ahora ya no se escucha su voz. Seguramente ese terrorismo silencioso que se aplica, ha funcionado con mucha eficacia.
El otro frente, donde claramente no hay muestras de que se apunta hacia la concertación, es el de los duros ataques a los candidatos no oficiales, los cuales tienen un margen limitado de actuación y declaraciones que puedan afectar la enorme propaganda oficial. En resumen, es una situación que no entiendo.
Pero, frente a esas muestras de que ciertas acciones no marcan el rumbo deseado, se observa que de ciertos partidarios de la corriente del cambio que se alejaron, hay algunos retornos visibles, figuras que en algún momento tuvieron una actuación respetable, como es el caso de Joaquino, que retornó como autoridad, olvidando los castigos y la ofensa. No lo entiendo, pero debe haber razones fuertes para ello o tal vez funciona el Síndrome de Estocolmo.
Unas declaraciones recientes también apuntan a que un ex Ministro estaría retornando a las filas del cambio, para ayudar a profundizarlo. Alguien que fue parte de un escándalo que comprometió su imagen. Este es un caso vistoso que parecería de concertación, o será más bien un deseo de mejor conducta en el futuro. Pero, simplemente son casos que no entiendo.
Otro aspecto que me resulta incomprensible es la negativa de una de las partes para confrontar ideas en el debate que se solicita que, tal como anota la encargada de coordinar dicho encuentro, la destacada periodista Lupe Cajías, no es propiamente un debate, sino la exposición de las propuestas de política que cada uno de los candidatos para la Presidencia y Vicepresidencia presentaría ante la opinión pública, para que los ciudadanos podamos evaluar qué candidatos ofrecen las mejores alternativas de acción en la conducción del Estado para el periodo. Esto es, que permitan que los ciudadanos podamos evaluar tales propuestas, para el futuro inmediato.
La respuesta de oro, en este caso, ha sido “que vayan a debatir con su abuela”; seguramente hay distinguidas abuelas muy versadas en materia política.
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