Desde El Faro
En el reino tradicional del marketing político resulta electoralmente incorrecto sincerarse con temas altamente sensibles para el interés estratégico del país. El riesgo de perder votos es inminente. Y es que en la competencia por maximizar la captura de votos, se concede importancia superlativa a la “imagen” y a modelar “la percepción” e incidir en las sensaciones, en desmedro de la información y la contrastación de posiciones en ideas, en un clima con menos artificios comunicacionales.
De hecho, las deformaciones del mercado de la competencia electoral pueden afectar negativamente la calidad de la democracia y su funcionamiento post electoral. Este extremo se ilustra con rasgos perversos en el caso de la disputa sobre los polémicos porcentajes de la renta petrolera, colocando a Samuel, candidato de Unidad Demócrata, en la mira de la artillería comunicacional del Gobierno.
La propuesta aplicable a futuros contratos de exploración del candidato de las maratones fue un tropezón que gatilló una contra campaña, financiada con recursos públicos para diseminar mentiras y medias verdades, tardíamente observada por el órgano electoral.
El Gobierno calificó el 50%-50% de vende patria e insensible, por implicar el recorte de cuantiosos recursos ahora distribuidos a gobernaciones, municipios e universidades, así como a madres, niños y ancianos beneficiarios de bonos vigentes en esta década de oro para los bolivianos. Mientras el Gobierno sembraba el pánico en las filas de electores, los voceros de la UD afirmaban lo contrario, ya que esa propuesta no afectaría los recursos actuales, salvo ocurrencia de factores como la drástica disminución de precios favorables o el agotamiento de las reservas de gas ante la falta de inversiones de riesgo y exploración en 9 años de gobierno.
El gafe sirvió para comparar el 50-50 de Samuel con el de Goni, ignorando el Presidente que éste último nunca destinó el 50% al Estado sino al fondo de recursos del “pueblo boliviano”, traducido en “acciones” y en el beneficio como el BONOSOL, fórmula que nos dejó a un YPFB escuálido y residual en tiempos de un fundamentalismo privatizador que jamás impulsó el candidato de UD. Cualquiera que haya analizado las propuestas opositoras, observa que nadie habla de volver al pasado, demandando más bien hacer de YPFB una empresa eficiente, transparente, exitosa y orgullo para los bolivianos, cosa que el lento avance y la corruptela no han podido garantizar a pesar del pegajoso “rap” que satura el espacio publicitario de tan importante empresa de los bolivianos.
A estas alturas de la controversia, la fórmula de 82%/18%, dato antes irrebatible, parece cada vez más enigmático y deleznable. Expertos afirman que el promedio real es de 64%. En medio de la danza de porcentajes, falsos dilemas, la confusión reina en las filas del común de los mortales. Todo indica que el debate que reclama la gente y la oposición democrática no habrá de llegar. Debemos resignarnos a navegar en las turbias y agitadas aguas de la polarización discursiva y de la apabullante propaganda gubernamental. Lo cierto es que entre espejismos de buenos precios, de una nacionalización “light” y el ninguneo a la ley de Vaca Diez, el conocimiento de la realidad y de las prioridades nacionales se desdibuja. Como indicara hace unos días J.A Morales, a propósito de esta polémica del “fifty-fifty”, los bolivianos apostamos por satanizar propuestas no siempre populares, aunque responsables y por “suicidar la verdad”. Ésa que no es amiga de fundamentalismos estatistas ni privatizadores y sus agoreros del desastre, de campañas negativas, ni de la demagogia e ilusionismo electoral al que nos hemos habituado.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |