“Apoyar los justos anhelos y la necesidad del pueblo de trabajadores de Bolivia para su reintegración marítima y su propietario y libre acceso al océano Pacífico, reparando al mismo tiempo la injusticia de que la nación boliviana es víctima. Constituirse en portavoces y órgano de respaldo de los justos anhelos de reivindicación marítima del pueblo de trabajadores de Bolivia para el desarrollo de sus fuentes de trabajo, su progreso, su efectiva independencia, la elevación de su nivel de vida, la efectivización de sus conquistas sociales y su íntegra libertad”, dice la resolución aprobada por el Secretario Ejecutivo del Congreso Permanente de Unidad Sindical de Trabajadores de América Latina (Cpustal) que sesionó, entre el 2 y 5 de agosto de 1971, en La Paz (“Presencia”, pág. 7, 6 de agosto de 1971).
En diferentes circunstancias de la vida nacional, marcada desde 1879 por el funesto enclaustramiento, se hizo patente el respaldo a la causa marítima, proveniente de quiénes hicieron suyo el dolor que aqueja a Bolivia como consecuencia de la mutilación de su rico Litoral, jirón patrio que contribuyó enormemente al crecimiento económico chileno. Es decir desde el 1879 hasta nuestros días.
La prueba que secunda esta afirmación es aquella actitud que asumieron los representantes laborales de 19 países que participaron de las sesiones de CPUSTAL, incluyendo, entre ellos, al presidente de la Central Única de Trabajadores de Chile, Luis Figueroa.
La solidaridad con Bolivia, por su histórico propósito de recuperar soberanía sobre el Pacífico, no se dejó esperar y fue ratificada, con creces, por los pueblos latinoamericanos, cuyo objetivo común es lograr bienestar, sobre todas las diferencias étnicas y culturales, en paz social. Tal solidaridad oportuna, firme y espontánea preocupa al agresor de 1879. En verdad que los pobres son más sensibles a nuestro afán de retornar a las costas del Pacífico, que aquellos grupos que representan los intereses de círculos de privilegiados.
“Las fuerzas del imperialismo y las oligarquías están conscientes de que en la medida que los pueblos avanzan en sus luchas, ellos están condenados a desaparecer”, dijo Luis Figueroa, dirigente de los trabajadores chilenos, hace más de 40 años (“Presencia”, 4 de agosto de 1971).
He ahí el sentimiento fraterno que honra y enaltece a quienes bregan cotidianamente por alcanzar días mejores. Y para pesar de quien alienta el expansionismo territorial, en esta parte del continente latinoamericano, las adhesiones a la cruzada marítima boliviana se suman y aumentarán de manera inevitable.
Ojalá hoy, cuando nuestra demanda radica desde hace un año en La Haya, los trabajadores latinoamericanos se pronuncien apoyando nuestro supremo objetivo de lograr la restitución de una salida libre, útil y soberana al Pacífico, mediante una acción legal y pacífica.
En suma: jamás olvidaremos el respaldo que reiteraron los trabajadores agrupados en CPUSTAL a la causa marítima boliviana.
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