Una situación ideal que el país ansía desde hace muchas décadas: que los gobiernos actúen responsablemente, porque es el mandato del Estado o país que es el pueblo en su conjunto. Desde hace mucho tiempo, hay que lamentar que la mayoría de los regímenes de gobierno han soslayado su deber de actuar conforme a los intereses generales del Estado; han aplicado las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” y han tocado periféricamente la solución de muchos problemas que afligen a la nación.
¿Cuánto tiempo se ha perdido por parte de los gobiernos - constitucionales y de facto- para la realización de obras importantes de infraestructura tan sólo aduciendo la falta de medios financieros? ¿Cuántos préstamos han sido logrados en organismos internacionales con la finalidad de atender asuntos urgentes de los gobiernos, descuidando lo que el Estado precisaba? ¿Cuánto despilfarro hubo en muchas cuestiones innecesarias para el Estado, pero convenientes para los gobiernos?
Enumerar todo lo que pudo haberse hecho y siempre se lo postergó o endilgó a “próximos gobiernos”, resultaría tarea de nunca acabar; pero, entretanto, y sólo viendo el presente, se establece que hay urgencias que no se las debería descuidar, como es el caso de la construcción de hospitales y postas sanitarias de emergencia, provisión de vituallas y equipos médicos modernos, adquisición de muchos equipos para diálisis cuya falencia en el país es alarmante. Por otra parte, construcción de locales escolares o, por lo menos, reparación de los existentes y que adolecen de serios problemas; construcción de sistemas de alcantarillado en ciudades importantes como Trinidad.
Habría mucho que enumerar de las urgencias que se debió atender y no se lo hizo. En los últimos años, y contando hasta con excesos de dinero, se pudo haber realizado mucho y se derivó a trabajos sin mayor importancia o a gastos dispendiosos que sólo favorecieron a personajes del Gobierno, descuidando lo que al Estado correspondía.
Todo lo que se pueda analizar de lo poco que se hizo y de lo mucho que es preciso hacer en el futuro, impone la adquisición de sentido de responsabilidad de las autoridades gubernamentales, y es de esperar que el Gobierno a ser elegido el 12 de octubre actúe con la sindéresis, mesura, honradez, corrección y responsabilidad necesarios para el servicio al Estado; de otro modo, se corre el riesgo, grave riesgo, de empeorar lo mal que ahora funciona y se alejen posibilidades para hacer obras de efectivo beneficio para la población.
Cuando los gobiernos actúan con conciencia de país y vocación de servicio, las falencias económico-financieras y las dificultades políticas que puedan existir son salvables, porque para todo debe primar una voluntad, una vocación y un sentido de servicio y entrega a la causa del bien común; lo demás resulta ser simple demagogia y populismo que nada bueno acarrea al país.
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