Una de las características mayores de quienes asumen situaciones en la política partidista es la soberbia que, en muchos casos, llega a la petulancia. La soberbia es el mal de quienes deciden optar por cualquiera de los puestos de gobierno, luego de procesos electorales. Las campañas normalmente están preñadas de orgullos incontenidos sobre lo que es cada candidato y sus “múltiples posibilidades” para encarar y solucionar los diversos problemas nacionales.
La política, el mejor medio para administrar y servir correctamente a las comunidades en un país, tiene tergiversaciones increíbles tan sólo por la soberbia de quienes la ejercen, porque olvidan que el servicio es acción de amor, entrega, humildad, caridad, conciencia, en resumen, podría decirse que son los parámetros éticos del accionar político-partidista.
De la soberbia que ejercitan los principales candidatos a las elecciones, surgen los errores y defectos de la militancia partidaria porque cada integrante se cree seguro de ser elegido para cargos importantes en el Gobierno a instalarse; pero es una errada premisa porque se funda en falsas esperanzas, porque nadie sabe si éstas se cumplirán.
Las campañas propagandísticas de los partidos políticos y sus candidatos muestran situaciones que, confrontadas entre sí con las otras que imperan en el ambiente pre-electoral, tienen iguales condiciones y el parecido hasta en la forma de presentación de candidatos, pues hay jactancia que llega hasta el menoscabo de valores porque falta la moral necesaria para entender que lo que se juega en las elecciones son las esperanzas del pueblo, esperanzas para efectivos cambios, para abandonar políticas festinatorias en lo económico, para destruir poses de soberbia y ver con realismo las verdades nacionales que requieren entrega, amor y servicio de servidores públicos.
¿Cuánto ganarían los candidatos a la Presidencia de la República si diesen muestras de humildad, cordura, serenidad y sinceridad? ¿Cuánto ganarían siendo propositivos -con el actual régimen y con el que pudiese venir- en lo que se refiere a problemas que nos atingen a todos? ¿Cuán pocas esperanzas inspirarían a quienes, del entorno partidario, esperan locupletarse con posiciones de poder y cuánto anularían poses de soberbia y petulancia en quienes, en el Parlamento, por haber sido elegidos “a dedo” senadores y diputados plurinominales, sólo buscan el poder por el poder? Si los candidatos mostrasen un mínimo de humildad en sus campañas, habría un recorrido favorable en las conciencias del pueblo y ganarían adeptos porque una campaña limpia y honesta podría ser muestra de lo honesto y limpio que se puede ser en situaciones de poder. Hay realidades que los candidatos deberían aprender y practicar si esperan tener apoyos de un pueblo que está cansado con promesas de un cambio que nunca se realiza porque sus protagonistas no cambian sus conductas.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |