Recuerdos del presente
El presidente Evo Morales asiste a una reunión con economistas extranjeros y les pide consejos para resolver el “cáncer” de las subvenciones a los combustibles. Podía habérselo pedido al ministro de Economía, que algo tendría que saber de eso, pero por alguna razón no lo hace.
Volvió a repetir sus lacrimógenas lamentaciones sobre las subvenciones. Alguien tendría que decirle que quien es presidente de un país no debe quejarse ante otros por las cosas que ocurren en el territorio que él, supuestamente, gobierna y que dependen de sus decisiones.
Se queja, ante un auditorio repleto de extranjeros, de que miles de campesinos del altiplano paceño llevan garrafas de GLP al Perú, y muestra estar muy bien informado de la diferencia de precios que hay en la frontera.
Y luego, su gobierno informa que los campesinos del altiplano paceño no producen papa, de tal manera que hay que importarla del Perú. Gas por papa. Los productores de papa prefieren pasar una garrafa al Perú y así ganar 100 pesos, a pasárselas cinco meses sembrando, cuidando, y luego cosechando la papa. Uno de los aportes de este proceso de cambio es haber convertido a los campesinos del altiplano en contrabandistas. Vivir bien, le llaman.
Quizá su formación católica lo esté traicionando y cuando toca estos temas crea estar en un confesionario donde dice sus pecados y espera que se le dé una penitencia. Pero los extranjeros que lo escuchan sólo se asombran de sus confesiones que equivalen a la admisión de sus deficiencias como gobernante.
La actitud se ha hecho costumbre en su gobierno.
La directora de la Aduana “se queja” de los autos chutos que han entrado al país pasando ante las narices de sus funcionarios en la frontera con Chile. Y entonces pide a la policía, encargada de la seguridad interna, que ayude a capturar a los autos que la aduana dejó pasar por la frontera. Los alcaldes también han sido convocados a enmendar dentro del país los errores que la aduana cometió en la frontera.
Si se trata de eliminar subsidios, dice mi amigo Carlos Chalup, habría que comenzar por eliminar el subsidio al proyecto político del MAS, que consiste en mantener a los 500.000 empleados públicos contratados por este gobierno.
Le falta mucho para llegar a los 5.000.000 de empleados públicos que contrató Hugo Chávez en Venezuela. Pero a eso vamos.
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