Resulta muy extraña la oferta de posibles ventas y uso interno del gas que, bien se sabe, no lo tenemos porque la producción actual de más o menos 60 millones de metros cúbicos por día apenas alcanza para cubrir los compromisos internacionales y el consumo interno. Hace poco, el Gobierno anunció la instalación de una “mini acería en el Mutún” y, haciendo cábalas muy optimistas tendríamos que quitarle al consumo interno algo de lo poco que se le da.
Cabe recordar que la Empresa Siderúrgica Mutún no funciona mientras no se le garantice una provisión importante de gas; por otra parte, está latente el recuerdo de la empresa hindú Jindal que tuvo que abandonar el país porque no se le proporcionó 3 millones de metros cúbicos diarios que necesitaba, como mínimo, para iniciar operaciones.
Muchas veces se juega con cifras sobre reservas de gas que no siempre dan datos precisos. Hace poco, la Compañía canadiense GLI Pretoleum Consultants certificó que Bolivia tiene 10,45 TCF de reservas probadas a diciembre de 2013; es decir, un 5,1% más que las 9,94 TCF certificadas hasta el año 2009 por Ryder Scott, compañía estadounidense. Esto implica que ahora sabemos nuestra realidad y no lo que sostenía YPFB en sentido de haberse “triplicado las reservas en los últimos años”. Corresponde aclarar que todo el gas que producimos proviene de todo lo que se hizo antes de la “nacionalización” (cambio de contratos) del mes de mayo de 2006 o sea en otros gobiernos y desde entonces no se ha descubierto nuevos yacimientos gasíferos.
Entre Brasil y Argentina, vendemos un total de 50,6 m3/d y nuestro consumo es apenas de 9,8 mm3/d o sea un total de 60,4 mm3/d. Por otro lado, no estamos cumpliendo con la Constitución que establece que nuestras ventas al exterior “deben ser los excedentes, luego de cubrirse el consumo interno”. Sería constructivo y práctico que YPFB trabaje con cifras exactas con base en las reservas que tenemos porque las suposiciones o las cifras fantasiosas no se convertirán en gas en el momento en que haya que venderlo o usarlo.
Nuestra realidad nos lleva a una conclusión: se debe invertir para encontrar nuevos yacimientos gasíferos que se sabe existen en el país, pero que hasta ahora no se detectó en qué cantidades. Hace pocos días se habló de una inversión en el norte del país de 52 millones de dólares por parte de una compañía, lo que, luego, se desmintió. Este informar sobre datos falsos y proyectos faraónicos que a nada nos lleva nos hace mucho daño como país, puesto que los posibles inversionistas no creen y piensan que en Bolivia no actuamos con seriedad; en otras palabras, es preciso honrar la palabra del país con informaciones claras, precisas y responsables.
Hace un par de décadas, también se informó sobre “posibles reservas de petróleo”, lo que luego se negó; tan sólo esa afirmación nos trajo perjuicios porque inversiones anunciadas para capitalizar YPFB no pudieron cumplirse debido a que probables inversionistas “habrían recibido datos falsos”. Es preciso, pues, actuar con seriedad y responsabilidad.
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