Salomón Rivas
Por naturaleza todos somos ambiciosos, deseamos llegar a la universidad. Muchos padres se sacrifican para que sus hijos sean profesionales; entonces hay que aprovechar la oportunidad, no es difícil culminar una carrera, es adquirir conocimiento para trabajar, ahorrar y hacer una familia con casita. Otros trabajando parte de su tiempo, estudian para terminar sus carreras profesionales.
Ahora bien, mucho cuidado, por naturaleza todos somos corruptos, pero podemos evitarlo siendo virtuosos, ese es un don del Creador. Entonces el antónimo de corrupción es ser virtuosos.
Escrito está en todas las culturas no ser ladrón, pero al ser virtuosos lo desechamos; sin apropiarnos hasta de un clip para papel de la oficina, o sin leer periódicos en horas de trabajo.
El zambo Salvito, ladrón que pernoctaba en el camino a los Yungas para atrancar a los transeúntes, fue apresado y antes de su condena a muerte decía: mi madre festejaba mis robos; es un pretexto para no ser virtuoso. Como Adán culpó a Eva por darle la manzana.
Ser virtuosos se aprende imitando a líderes no sanguinarios, sino pacíficos; conociéndolos, leyendo la colección de libros antiguos que se puede conseguir en cualquier biblioteca o librería: la Biblia.
De José sabemos que vendido por veinte monedas de plata por sus hermanos, es llevado a Egipto, donde fue comprado por Potifar, oficial de Faraón. Este siervo halló gracia en los ojos de Potifar y le servía, y él lo hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.
Y era José de hermoso semblante y bella presencia, como cada uno de nosotros. Aconteció después, que la mujer de su amo puso sus ojos en José y le dijo: duerme conmigo. Y él no quiso.
Sucedió que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de la casa ahí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella y huyó y salió.
Tengo un colega que conversando me dijo soy ateo; “bueno, los ateos no aman a Dios, ni aman a su prójimo, sólo odian, comenzando a sí mismos”. Le dije que en la vida vemos a mujeres en el trabajo, en la calle, en los trajines de la vida, etc., y si alguna de ellas que nos agrada mirarlas, es natural se dice corrientemente, te dijera medio en secreto ¿por qué no duermes conmigo?, ¿qué dirías? Bueno, eso depende, tal vez no perdería la ocasión, me respondió.
Le conté la historia de José y su conclusión es ésta: y puso junto a ella la ropa de José hasta que vino su señor a su casa, diciendo: el siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando oyó el amo de José, las palabras que su mujer le hablaba diciendo: así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José y lo puso en la cárcel.
Lo que pasó con José es que tenía a Dios. Y lo mejor era que Dios caminaba con José. La historia de José es un anticipo de Jesús, vendido por sus hermanos y tentado en toda tentación humana, pero sin pecado. Jesús es el líder moderno de todos los tiempos, hombre fuerte, siervo de Dios, curaba hasta altas horas de la noche y al día siguiente muy temprano salía al desierto a orar y bañarse, aunque sea los pies. Hombre de acción, hacía todas las cosas bien e inmediatamente, ese es el líder para imitarlo y serás llamado por Dios así: Tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia.
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