Voluntarios se especializan en rescate de montaña


El rescatista comando Valentín Canasa Ticona es instructor de montaña y alta montaña, una de las especialidades de los voluntarios del SAR que está relacionada con el manejo de cuerdas y nudos propios para el rescate en edificaciones colapsadas, inundaciones, cerros y nevados.

Con tres años de capacitación se logra que un voluntario esté plenamente predispuesto para poder rescatar vidas humanas o cuerpos en sectores tanto urbanos como rurales.

Ante esto, el rescatista aseguró que en la exigencia que requiere realizar ascenso y descenso de un nevado, se incluye algunas técnicas de andinismo, con el uso de un equipo especial, además de controlar la presión de los rescatistas, tarea que se convierte en la salvación de turistas nacionales y extranjeros que eligieron escalar el Chacaltaya, Illimani, el Huayna Potosí, entre otros.

Entre las experiencias gratificantes que recuerda Canasa está la capacitación a una mujer de pollera, Flora Quispe, el año 1998 quien fue la primera dama andinista que participó en el rescate del 2003 a extranjeros del nevado Illimani.

“En ese rescate de los cuerpos de un guía de andinismo y dos americanos de la marina estadunidense, participó el SAR además de andinistas de la localidad Curahuara de Carangas, tarea que utilizó el helicóptero Lama, el cual a la fecha tampoco existe”, recordó.

Uno de los requisitos primordiales que demanda el voluntariado con especialidad de andinismo es el entrenamiento constante para mantener un estado físico adecuado, además de tener una preparación psicológica que le permita ser útil en la tarea y evitar que se convierta en un perjuicio a la hora de rescatar a las personas que demanden el auxilio inmediato.

Para Canasa, con 10 años experiencia y a pesar de haber capacitado a más de 300 personas en rescate y voluntariado, aún la tarea se mantiene vigente, siendo una labor social que complementa su vida, la que estuvo dedicada, en un principio, al comercio y que hoy encuentra el equilibrio.

“Es el proceso de la vida, porque para ser rescatista uno debe dar tiempo porque rescatar una vida se da en cualquier momento, dinero porque uno se compra algunos implementos y también debe estar loco, porque en general no todos pueden dedicar su fin de semana a realizar una capacitación para salvar una vida”, detalló Canasa.

La inversión de tiempo y dinero de manera voluntaria, para Canasa y para más de 1.300 voluntariados, es compensada con dejar la enseñanza de ser solidarios y con la gratitud que reciben de las familias o de las personas socorridas.

El entrevistado decidió ser rescatista desde el momento en que socorrió a su vecina, quién junto con sus dos hijas enfrentó un accidente de tránsito al interior de su domicilio ya que un vehículo de alto tonelaje tumbó la pared de su vivienda y puso en riesgo a toda una familia, de las cuales tres se salvaron gracias a su intervención oportuna.

 
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