Iconografía primigenia del gran poder (final)

En la sustitución idolátrica que siguiera a la proscripción del lienzo de los tres rostros, de la Archicofradía de la Santísima Trinidad de los Peregrinos de Roma, la Santa Sede adopta el ícono que conserva ciertas reminiscencias del anterior, mostrando en primer plano al Padre Eterno que sostiene de pie con los brazos extendidos, en lugar de la cábala mística la imagen del Hijo crucificado, ligados ambos mediante el Espíritu Santo en forma de paloma.

Por ese tiempo, para superar la confusión que persistía en cuanto a la identificación de las tres personalidades divinas, el emperador Carlos V contrata la paleta de Tiziano para plasmar al Padre Eterno con figura de venerable anciano, al Espíritu Santo cual luminosa paloma y Jesucristo joven portando la cruz. La estampa que pasa a tierras americanas con Bitti gana popularidad inclusive entre los originarios, verbigracia el dibujo de Guaman Poma.

Las severas disposiciones en contra de la Trinidad de rostros idénticos, en algunas regiones abarcó inclusive a las representaciones de Cristo en tres cuerpos separados. Así, en un museo cusqueño se halla un cuadro en el que al Padre se le añadió canosa barba y ceños fruncidos a fin de aumentarle la edad; al Espíritu Santo se lo cubrió con burda pigmentación para reemplazarlo por paloma; manteniendo intacta únicamente la figura de Cristo ya diferenciada de las demás.

En el viejo continente, la sustitución cobra vigencia en la obra del escultor Juan de Mesa que capta a Jesús en el momento culminante en que investido con el poder del Padre y el Espíritu Santo carga la cruz para redimir a la humanidad. En Sevilla, durante la Semana Santa se saca en solemne procesión esta talla, dando origen en tierras americanas a las multitudinarias festividades del Gran Poder en Arequipa y Quito.

Varias décadas atrás, en la región peruana de Ayacucho nos enteramos que la talla del Patrono de la capital que se halla en el Templo de Santa Clara de Asís, según antiguos manuscritos coloniales es de la autoría del escultor Francisco Tito Yupanqui. La escultura que retrata a Jesús Nazareno cargando la cruz, ha servido de modelo a muchas otras dispersas por territorio peruano.

En tiempos de la colonia, luego de la entronización de la Virgen de Copacaba-na a orillas del Titicaca, la orden de San Agustín también encargó a Yupanqui la talla del Gran Poder en la versión de Jesús cargando la cruz con destino a una parro-quia “de indios” aledaña a la ciudad de La Paz, pero al incendiarse la primitiva capilla durante el Cerco de La Paz (1781) la ima-gen que se hallaba en depósito se la dió por extraviada a finales del siglo siguiente.

Mientras en Charcas la Inquisición lle-garía a extinguir la devoción al Gran Po-der, en la ciudad de La Paz se salvó de la persecusión un óleo en los claustros de las monjas de la Purísima Concepción, ini-ciándose poco después el recorrido de la sacra imagen por diversos barrios de la ciudad bajo la modalidad de “Prestes” o “pasantes”, hasta que a mediados del siglo pasado se le erigió el templo en la zona de Chijini que lo custodia hasta hoy.

El lienzo fue venerada allí en su estado natural, hasta que el Obispado paceño en 1930 intervino el templo contratando un pintor extranjero para cubrir la cábala trini-taria y los rostros laterales de la pintura, dando inicio de esta manera a la actual iconografía que identifica al Señor del Gran Poder. Es en torno a este templo que al paso de los años se iría forjando el más popular barrio de la urbe paceña, conocido hasta nuestros días como Gran Poder.

El prototipo del Señor del Gran Poder elaborado por Yupanqui en La Paz, con derivaciones en varias ciudades bolivianas y peruanas, fue tomado por el famoso escultor Inca del retrato de grandes dimen-siones que su padre Paullo Topa como primer devoto mandara a pintar en el Cus-co, destacando en la parte central la ima-gen de Cristo cargando la cruz. En la actualidad, el lienzo se conserva en la popular Parroquia de San Cristóbal que él fundara en esa capital.

La diferencia radical que todavía subsis-te entre las festividades del Gran Poder entre ambas márgenes del océano, es que en la ciudad del Illimani se festeja en un fastuoso desfile de grupos de danza y música la efigie traída a América por los primeros conquistadores, mientras en la antigua metrópoli española del Nuevo Mundo (Sevilla), con acendrada unción litúrgica se venera un modelo impuesto por un indígena procedente de la zona andina boliviana. . .

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