El discurso político del oficialismo y de la oposición genera, sin duda alguna, connotaciones inimaginables y además, enfoques que van más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, semanas atrás, se lanzó la noticia sobre una empresa privada, asentada en Potosí, por un descuido técnico, vertió desechos minerales y químicos en afluentes que desembocan en el río Pilcomayo.
Aquella mera noticia de tipo económico se transformó en un problema político internacional para nuestro país porque, el río Pilcomayo afecta la vida de otros ríos de curso internacional. Paraguay y Argentina, alarmados, formaron sendas comisiones para verificar aquel informe que, poco después fue desmentido por el Gobierno boliviano y nuestra Cancillería.
Hace horas, el candidato de Unidad Democrática, siguiendo posibles sugerencias de su marketing político, lanzó la advertencia de un “gasolinazo” el año2015. De inmediato, el mensaje creo incertidumbre en todo el territorio nacional, por su contenido que recuerda a la opinión pública, situaciones pasadas que alteraron los precios de los principales productos.
El gobierno del MAS desmintió esa remota posibilidad explicando que el futuro recorte de subvenciones a productos hidrocarburos estará controlado por una mayor producción en este sector y que de ninguna manera, esa medida alteraría el sistema de precios en vigencia.
Otro ejemplo, constituye la sindicación de la candidatura de Unidad Democrática contra el delfín del Partido Demócrata Cristiano quien, estaría apoyado en su campaña electoral por el oficialismo. La maligna connotación, en este particular caso, perjudica a la oposición en su conjunto; coopera a dividir el voto en favor de la oposición; amplía las contradicciones entre los candidatos de UD y del PDC y, en el fondo, es un favor gratuito al crecimiento del principal candidato del MAS.
En el sector oficialista campesino del MAS, un dirigente afirmó que la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia controlará el voto de su gente. Las connotaciones en actual desarrollo, alimentaron los argumentos de la oposición y obligan al Tribunal Supremo Electoral, a penar como delito, las declaraciones del ocasional político de la Csutcb.
Los discursos políticos hace de veleta; a cada soplido del viento electoral, las aspas del discurso giran y giran, produciendo muchas veces y casi siempre, resultados contraproducentes para los discursantes.
(Clovis Díaz)
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