Por la fuerza de las armas

Por la fuerza de las armas Chile logró incorporar a su territorio el rico Litoral boliviano, en 1879, hecho que marcó el oprobioso encierro geográfico, por más de un siglo.

La agresión conmovió, inclusive, al presidente chileno Domingo Santa María (1881-1866), quien, solidario con Bolivia, manifestó: “No podemos ahogar a Bolivia privada de Antofagasta y de todo su Litoral que poseía hasta el Loa” (Alberto Virreira Paccieri: “Puerto propio y soberano para Bolivia”, 1967, pág. 318).

El dominio marítimo fue uno de los objetivos fundamentales que propugnaron políticos, militares y estadistas chilenos, en el pasado mediato. En este contexto Diego Portales había dicho: “Debemos dominar para siempre el Pacífico, ahora y ojalá fuera de Chile para siempre” (Mario Aguilar Zenteno: “La tesis anticrucista de Chile a través de Diego Portales”. Presencia, febrero 6, de 1966).

Hoy que Chile objeta a la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, en el tema marítimo, dispone de un arsenal bélico sofisticado y aviones de guerra de última generación. Y con fundada razón se lo ha considerado como el Israel de Sudamérica. Es una carrera armamentista que se traduce por una señal intimidatoria dirigida, particularmente, en contra de Bolivia, con quien tiene cuentas pendientes desde 1879. “Chile va a defender con mucha fuerza y convicción su territorio, su mar y su soberanía”, afirmó, arrogante y amenazante, el señor Sebastián Piñera, cuando ejercía el cargo de Presidente de la República de Chile (El DIARIO, abril 3, de 2013).

La política internacional chilena ratifica y secunda esa inquietud expansionista con la rotunda negativa a devolver a Bolivia su salida libre, útil y soberana al Pacífico. Por consiguiente la mentalidad expansionista chilena está latente de una manera peligrosa para la paz regional. Y porque pretende eludir u obviar el accionar de la justicia internacional a fin de continuar medrando de todo aquello que arrebató con la reprochable invasión del Siglo XIX.

Es un problema boliviano – chileno aún no resuelto y, en consecuencia, de conocimiento del tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde abril de 2013. Desde entonces a la fecha las relaciones diplomáticas de ambos países se han tornado delicadas. Alguien dijo que se las ha “maritimizado”. En este marco los gobernantes chilenos asumen actitudes muy estudiadas.

Empero la demanda marítima hoy como ayer es objeto de solidaridad internacional. La historia nos refiere, sobre el particular, por ejemplo, que los docentes de la Universidad Nacional “Federico Villarreal” de la república del Perú, entre ellos Víctor A. Velásquez C., Wilfredo Sainz Vigo y Luis Alberto Vilches, emitieron, hace aproximadamente 39 años, un documento de respaldo a la causa marítima boliviana, que decía: “en 1975, Bolivia cumple su Sesquicentenario de la proclamación de la República y, nada más hermoso, fecundo y creador en el alma americana, que devolverle a este bello país el mar que lo perdió en una dolorosa guerra” (Boletín de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”, Tomo LV, Nº 460, 1975, pág. 91).

En suma: Bolivia, por lo visto, no está sola en su propósito de retornar al mar, sino que cuenta con el apoyo de la comunidad internacional.