Los celos o la búsqueda de poder llevaron a algunas mujeres planificar crímenes menos violentos pero siempre eficaces. Para este cometido recurrieron al veneno, en tiempos pasados este elemento era tan común como la sal de cocina. La historia registra algunos de estos macabros hechos.
Circe, la hechicera de la mitología griega, no dudó en envenenar a toda la tripulación de Ulises cuando huía de Itaca; Cleopatra, reina de Egipto, bella e inteligente, envenenó a su hermano y marido a la vez Ptolomeo XIV. Más después, el emperador Claudio, esposo (sucesiva-mente) de Mesalina y Agripina, murió por haber comido un plato de setas que Agripina le mandó servir apenas el pobre Claudio hubo reconocido como heredero a Nerón, hijo de Agripina. Avanzando en el tiempo, Lucrecia Borgia, preparaba su propia pócima, para librarse de su amante. Hubo otras más que recurrieron a este método.
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