El Libertador Bolívar cruza el Desaguadero

El Libertador Simón Bolívar traspuso el río Desaguadero, cruzó la frontera natural con el Bajo Perú y se dirigió al Alto Perú, cuyas provincias recientemente se habían declarado independientes, tomando el nombre de República Bolívar.

En el Alto Perú, tierra de extraña belleza y hermosos paisajes tibetanos, visitó el Lago Titicaca, cuna de la mitología andina, allí se había creado el gran imperio incaico, visitó también Tiwanaku, un enorme templete atribuido a razas ignotas antepasadas, quizá cuna del mundo, el Atlantis o Atlántida.

De pronto, muy cercano en lontananza divisó una enorme Pucara, antigua fortaleza, o quizá una especie de altar dedicado a importantes difuntos. Allí alcanzó a ver a una especie de sacerdote, notó que se trataba de un noble aymara, quizá un jefe.

La cabalgata con la comitiva de Bolívar se detuvo ante el sacerdote, un amauta, que como una exhalación del desierto se presentó, entre un cielo azul límpido de estrellas y un altiplano desértico y extenso.

Se presentó el amauta, de mirada penetrante y potente voz, y le dijo soy José Domingo Choquehuanca, y lanzó su proclama:

“Quiso Dios de salvajes, formar un gran imperio, y creó a Manco Cápac, pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación tuvo piedad de la América y os ha enviado a Dios. Sois, pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho antes se parece a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros, será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis formado cinco repúblicas que, en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestro nombre donde ningún otro ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como la sombra cuando el sol declina”.

Bolívar recibió la arenga que es el homenaje, de quien era un representante de la raza indómita, verbo de la tierra, voz de América, dice un autor.

Más adelante nuevamente se detuvo la comitiva, Bolívar vio a un joven indio, ¿será el hijo del aymara?

Preguntó el Libertador: ¿Dime qué te llamas?

-Huayna Cápac,

¿Y cuál es tu trabajo?

-Cultivo la heredad de Choquehuanca.

¿Cuánto te paga tu amo?

-“Tres medallas de plata con la efigie de un rey blanco, que ignoro y es el dueño de estas tierras”.

¿Y cómo distribuyes las monedas?, preguntó el Libertador.

-“Con una me alimento, la otra siembro, para que se produzcan otras monedas, la tercera la pago en una deuda que dura mientras viva mi acreedor”.

¿Qué dicen esas frases enigmáticas?

-“Muy fácil, mi señor, sabedlo, escucha”.

“Con la primera como cada día, es el tributo a mi naturaleza;

con la segunda siembro en mi hijo único, con ella lo alimento y sus cuidados cosecharé más tarde, cuando viejo;

con la tercera pago aquella deuda, a quien le debo todo y es mi padre, y mientras viva debo cancelarla”.

Bolívar admirado de pronto le preguntó:

“Di qué quieres de recuerdo?”.

-“Una medalla de oro, que ostente tu semblante; esa medalla la sembraré en mi hijo que ha de amarte, como yo te amo a ti, esa moneda tú la siembras y tú la cosechas.

El porvenir ya es tuyo y para siempre, créeme y para siempre, tú sujetas el rayo luminoso de la gloria”.

Admirado el Libertador por la sapiencia de esa raza milenaria, arrancó con su cabalgadura, rumbo a las alturas al Alto Perú.