Antagonismos oficiales crean confusión

Al parecer existen crecientes diferencias de fondo entre algunas autoridades de altos organismos del Gobierno, actitudes que revelan que no existe unidad de criterio en cuanto a asuntos fundamentales relacionados con la vida del Estado. En efecto, algunos altos funcionarios hacen afirmaciones contundentes, las mismas que son desautorizadas por otros jerarcas administrativos.

Criterios dispares se han producido en tiempos recientes en cuanto a la administración de justicia, las importaciones de alimentos, la producción agropecuaria, etc. Sin embargo, el caso más notable se presentó entre el Presidente del Banco Central y el Ministro de Hacienda, quienes entraron en una verdadera polémica acerca de la utilización del dólar en las actividades comerciales del país.

En efecto, el Presidente del Banco Central afirmó que a partir de una fecha por fijarse, en el país únicamente se utilizaría la moneda boliviana y que dejaría de utilizarse el dólar norteamericano, aseveración que, por un lado, produjo pánico en la banca y el comercio y, por otro, preocupación en las mismas esferas superiores del aparato estatal.

Tan reveladora declaración de la autoridad bancaria fue, sin embargo, rechazada por el Ministro de Hacienda, quien declaró que no había una decisión al respecto y que no existía ningún decreto en las esferas hacendarias que estuviese haciendo esa proposición, declaración que, por supuesto, devolvió la tranquilidad a toda la población y le permitió no provocar una “corrida” de grandes proporciones, como había empezado a ocurrir. En síntesis, el país continuaba “dolarizado”.

El tema de la moneda en sí mismo tuvo características especiales, pero el problema central fue que se reveló que entre altos organismos estatales no existe paridad de criterios y mientras unos van en determinada dirección, otros se dirigen hacia objetivos diferentes, como los expresados por el Presidente del Banco Central y el Ministro de Hacienda. Tan notable fue esa diferencia de criterios que el anuncio de desdolarizar la economía del país fue negada, quedando, por tanto, vigente la circulación del dólar y así cerrado el asunto.

Por esa no sería la única oportunidad en que altos organismos discrepan en ciertas políticas financieras y monetarias. En efecto, mientras el Órgano Ejecutivo tiene una política de hacer grandes erogaciones que originan fuertes presiones inflacionarias, por enormes gastos como los realizados en la cumbre de los G77 más China, el Banco Central adopta medidas antiinflacionarios extremas, como emitir bonos hasta por mil millones de dólares, actitudes que muestran que mientras unos van por la derecha otros van por la izquierda. Es más, los resultados de ambas políticas tienen desconcertado al país y no menos a los ciudadanos.

En todo caso, la duda acerca de las diferencias estratégicas que existen entre altos organismos del Estado revela que en esas esferas hay un mar de fondo que se va acentuando a medida que pasa el tiempo y que tendrá consecuencias particulares en el futuro. Al mismo tiempo confirma que los criterios oficiales acerca de la conducción económica del país son cada vez más profundos y que podrían terminar no sólo en simples contradicciones, sino en reacciones enérgicas y tal vez violentas.