Si algo caracteriza a los últimos años es la fuerte vigencia de la ilegalidad. Mientras miles de ciudadanos disfrutan de ello o cuando menos la hacen su estilo de vida, a aquellos que cumplimos oportunamente con pago de impuestos, respeto a las normas de tránsito, respeto a nuestros conciudadanos, nos persiguen de manera sañuda.
El mayor ejemplo reciente es el caso de los 34.000 y más vehículos chutos, de los cuales por una intensa campaña se ha decomisado 140, una cifra verdaderamente insignificante. Lo peor en este caso ha sido la declaración de un dirigente de la “Asociación de autos indocumentados”, sobre que si los policías se aparecen para tomar sus vehículos, los van a “linchar”. Aquí parece que se impone la Ley del Lejano Oeste, sólo será respetado el que sabe disparar primero.
Pero esos miles de vehículos ilegales en los lugares más remotos, además de evadir la frontera chilena, ¿no tienen que pasar por las numerosas trancas y controles que existen a lo largo de nuestras rutas camineras? Entonces hay miles o cuando menos centenares de cómplices. Debidamente uniformados que deben hacer cumplir la ley y no lo hacen. Para ingresar a las provincias yungueñas y norte de La Paz, hay varias trancas donde supuestamente exigen documentos. De igual manera para ingresar al Chapare, para seguir viaje hacia Santa Cruz y el Beni. Entonces para corregir esta situación ilegal, antes de tener que enfrentarse al linchamiento, debería pedirse explicaciones a esos servidores públicos para saber cómo dejaron pasar no uno ni dos, sino miles de vehículos indocumentados.
Otro ejemplo de ilegalidad es, sin lugar a dudas, el creciente comercio de coca. Para comenzar, no pagan impuestos, pese a ser una actividad altamente rentable, se habla de que se ha producido una reducción de cultivos, ahora sólo hay 23.000 Has., pero ¿esto es cierto? Sólo se habla de Chapare y Yungas, pero el cultivo definitivamente se encuentra extendido a lo largo y ancho de todo el territorio amazónico, hay plantaciones alrededor de Cobija, de Riberalta, en los parques nacionales. Pero cuando se hace las mediciones sólo se menciona a las dos zonas tradicionales. ¡Viva la ilegalidad!, protegida desde muy arriba.
Otro ejemplo, el de las cooperativas mineras, identifican cualquier paraje y se apoderan de él, para garantizar sus votos en las próximas elecciones se les ha fijado impuestos irrisorios, frente a los que pagan las empresas formales, a las cuales a su vez se las amenaza con que serán “tomadas” en cualquier momento. Esas cooperativas no cumplen normas ambientales, generando pasivos ambientales serios. Unas decenas de dirigentes mineros, en las minas públicas, perciben remuneraciones muy por encima de lo establecido por la Ley, sin trabajar, porque están declarados en “comisión”.
Hace pocos días miles de gremiales en la ciudad de La Paz bloquearon las calles del centro, objetando la carnetización que exigía la Alcaldía Municipal, cometiendo doble ilegalidad, evitando la libre circulación de vehículos y personas y negándose a cumplir un requisito que tal vez permita establecer ciertos controles sobre esta actividad. Pero el ejemplo más reciente de apoyo a la ilegalidad está en las declaraciones del Vicepresidente, que apoya el control sindical de la votación, pese a que según todas las normas este derecho ciudadano supone el voto secreto. Seguramente que millares de personas inician cada nuevo día gritando: ¡Viva La Ilegalidad!
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