La noticia de perfil
Con el rostro radiante y la felicidad que le salía por todos los poros de su cuerpo, mi socia periodística se secó la cara con los bordes de su pollera y me dijo: “Jefecito, hoy le traigo una primicia, que en nuestro lenguaje periodístico llamamos “pepa”, pero no se la diré hasta que no me recompense previamente con cien dólares y un ósculo en mi frente”.
Como yo no tenía el dinero solicitado, ella me prestó los dolarcitos y yo le entregué la recompensa solicitada, pues me encontraba curioso e inquieto a la vez.
Habla la cholita cochabambina: “Como usted recordará, hace algunos días comentamos la ingrata noticia que nos hablaba de que en Sucre, luego del encuentro Bolívar - Universitario, un hincha descontento con la actuación de uno de los árbitros persiguió al réferi y le clavó un arma cortante en la espalda, dejándolo malherido”.
Respondí a mi discípula periodística que recordaba aquel suceso violento y ambos condenamos tal hecho, preguntándole impaciente qué tenía que ver ese ataque con arma blanca a un árbitro de fútbol, con la primicia periodística que me había anunciado triunfalmente. La cholita me miró azorada, como diciéndome que soy muy lerdo de entendederas y me dijo: “Ahora viene lo importante, compadrituy, así que avive el seso y escuche con atención”. Cerré la boca y los ojos, y abrí bien las orejas para no perder detalle del relato que haría la cholita reportera.
“Al saber que un árbitro de fútbol había sido víctima de ese ataque que lo dejó malherido, me dirigí inmediatamente al local donde funciona el Tribunal Supremo Electoral que, como todos sabemos, actúa de árbitro en las elecciones de octubre, para conocer la reacción de esos árbitros ante el ataque de un colega de ellos, aunque actúan en campos distintos”.
El Tribunal Supremo Electoral había adoptado estrictas medidas de seguridad para evitar el ingreso de personas extrañas que podrían atentar contra las vidas de los tribunos que también son árbitros, aunque en campos diferentes.
Una guardia que había sido reforzada después del suceso acaecido en Sucre, cerró el paso a la inquieta periodista, no faltando algún atrevido policía que quiso saber si la cholita llevaba armas blancas o de fuego debajo de sus polleras. Mi discípula me informó de su resistencia a que inspeccionaran sus intimidades y -según ella- que deseaba entrevistar a los árbitros electorales, respondiendo los guardianes que por órdenes superiores no concederían entrevistas a ningún periodista por razones de seguridad, pues habían tenido conocimiento de que un ciudadano violento había querido matar a un árbitro de fútbol, pero que era colega de ellos.
En conclusión, la cholita de Quillacollo me dijo: “Podemos publicar, mi jefecito, que los miembros del Tribunal Supremo Electoral, que son los árbitros inapelables de la contienda electoral, se hallan temerosos de ataques con arma blanca o negra si realizan un mal arbitraje o si actúan como réferis bomberos, porque al fin y al cabo las elecciones de octubre son mucho más importantes que un partido de fútbol”. Esa fue la contribución periodística de mi comadritay valiente, inteligente y patriota.
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