Actualmente la población boliviana viene confrontando una situación de incertidumbre y de preocupación permanente, por la crisis alimentaria, por la falta de alimentos en escala nacional. No hay producción agropecuaria suficiente, se gasta millones de dólares en la importación de miles de toneladas de alimentos (más de 300 productos, IBCE - INE) para cubrir la canasta familiar, con un costo cada vez elevado que hace crujir el bolsillo de los pobres.
Se importa de Argentina, Chile, Perú, Brasil, EEUU: trigo, harina, papa, yuca, leche evaporada, manzana, tomate, lenteja, cebolla, zanahoria, etc., o sea que Bolivia se ha convertido en potencial importador de alimentos. En el pasado reciente el país era producto de la mayoría de los alimentos, por ejemplo producía 230 variedades de papa en Chuquisaca, Potosí, etc., y lo más paradójico de esta triste realidad es que el Gobierno tuvo el desatino de regalar desaprensivamente miles de toneladas de arroz a Venezuela, Cuba y Haití.
POBREZA
La opinión pública está informada a través de la prensa nacional de que más de tres millones de personas viven en la extrema pobreza, 650 mil niños han sido obligados a ingresar al mercado laboral por la pobreza y la crisis familiar; el 49% de los pobres es de niños, niñas y adolescentes privados de recursos materiales y espirituales para poder sobrevivir (UDAPE – UNICEF). Entonces, ¿cómo se puede esperar satisfacción colectiva cuando reina la miseria, cuando la salud física y moral de la familia depende prioritariamente de la alimentación?
COCA EN BONANZA
Como si la coca fuera un artículo de primera necesidad, el Gobierno e instituciones afines a la producción de coca vienen exagerando el horizonte productivo de la coca y como ironía del “cambio” se acrecentó la siembra de coca, inclusive en terrenos donde antes se cultivaba alimentos para la canasta familiar.
Al respecto la revista “DATOS” registra en uno de sus artículos lo siguiente: “La coca más allá de su relevancia en términos de uso medicinal y tradicional pasó a ser un factor esencial en la política del gobierno por dos razones: la primera, por la dualidad de funciones que ejerce el Presidente de la República al ser también presidente de las 6 federaciones de cocaleros del trópico cochabambino y, segundo, porque el narcotráfico ha tomado en los últimos años un inusitado crecimiento, fruto de la mayor producción de coca.
La coca sirve para hacer cocaína, más allá de sus respetables usos tradicionales y esa es una verdad irrefutable”.
El investigador Franklin Alcaraz dice: “La coca ilegal es la industria que más ha crecido en el Chapare, en los Yungas de La Paz y las zonas tradicionales, donde el cultivo de la coca se ha disparado. El 95% de la coca que se produce en el trópico de Cochabamba deriva al narcotráfico” (DATOS, diciembre 2013).
¿POR QUÉ SE MASTICA COCA?
Analistas del tema dicen que se “acullica” coca para quitar el hambre de los indígenas, campesinos y mineros. Sirve como anestésico natural, cuyo efecto es el adormecimiento estomacal para quitar el hambre. Aparte del adormecimiento tiene otros efectos nocivos, como la desnutrición, debilitamiento corporal, salud precaria (acortamiento de la vida por afección pulmonar, etc.).
Por lo expuesto, en Bolivia no existe soberanía alimentaria, el control de precios establecido por el Gobierno es ineficaz (por ejemplo una chirimoya cuesta Bs. 15 en el mercado Rodríguez).
Dios ilumine a gobernantes y gobernados.
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