El poeta Alejandro Canedo, que recientemente presentó su libro “Poemasesino” en la XIX Feria Internacional del libro de La Paz, escribe sobre el artista Israel Badani en el contexto de su primer álbum titulado “Arcabuz”, mismo que será presentado este miércoles 10 de septiembre en el Ministerio de Culturas, desde las 19.30 horas, con la participación de grandes músicos.
(Alejandro Canedo*).- A Israel Badani, le encanta leer, entre otros, a Gabriel García Márquez. Trabaja como periodista cultural. Compagina dichas actividades con amar, jugar al fútbol y, felizmente, cantar.
A esta última actividad quiero referirme. Con él aprendí y aprendo en viva carne lo que su admirado Gabo definió de una plumada: hoy sé que no hay felicidad más pura que la felicidad de cantar. Suscribo la frase, añadiéndole que no hay felicidad más pura que cantar… entre amigos.
Así, ya son diez años que compartimos con el Isrra el deleite de cantar, cantar y cantar, como si en cada encuentro, en cada canción, se nos fuese la vida, con la certeza de que será la última oportunidad, o nuestra última batalla, pues como el mismo García Márquez dijo: morir es no estar nunca más con los amigos.
En una ocasión, un amigo entrañable, habiéndose ausentado por un tiempo de aquellos encuentros, manifestó a su retorno: el mismo boliche, las mismas canciones, los mismos amigos… Respecto del lugar (bar Bocaisapo) y las personas (habitúes del Boca, salvo redimidos de beber, digo vivir), no se equivocó; pero respecto a las canciones, sí. Porque el ‘Isrra viene nutriendo con sus creaciones aquel repertorio atroz, urdido de tangos y boleros febriles, zambas y cuecas centenarias o taquiraris inquietantes; un repertorio que el amadísimo Jesús Jechu Durán definió lúdicamente como “fósil”, para luego desportillarse con una carcajada y sumarse a las palmas de las cuecas que cantábamos (las suyas o las de sus maestros chuquisaqueños y otros).
Charlando con uno de nuestros poetas mayores sobre las canciones del Cachorro Badani (así le llaman sus hermanos elegidos), aquel le agradeció explícitamente porque en sus canciones, a diferencia de otras propuestas, atisba, guiña, se contonea, seductora y atroz, entrencordada, la poesía.
Creo, finalmente, que estas canciones atienden ciertas especificaciones “técnicas” que Joaquín Sabina mencionó en alguna entrevista: para que sea buena, una canción debe ser demagógicamente cursi. Siento que estas son “ejemplares” auténticos del tipo de piezas que Tata Sabina podría catalogar como lo suficientemente demagógica y cursi para incorporarla en la banda sonora de lo que viví. Ese es el calibre de estas “municiones” en este arcabuz. Gratitud.
*Es poeta, músico e investigador
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