Un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, cuyo alcance fue desvelado ayer, sacudió la campaña de las elecciones presidenciales de octubre en Brasil y salpicó a los partidos de la favorita en los sondeos, Marina Silva, y de la actual presidenta y candidata, Dilma Rousseff.
El caso se refiere al supuesto pago de sobornos millonarios a decenas de políticos por parte de constructoras que ganaron contratos con Petrobras entre 2004 y 2012.
Entre los políticos supuestamente implicados se encuentra el fallecido Eduardo Campos, quien era candidato presidencial del Partido Socialista Brasileño (PSB).