El ejército libertador, llamado ahora Unido, se encuentra acantonado en Puno, donde el Gral. Antonio José de Sucre, recibe visitas y amplia correspondencia de la gente del Alto Perú, cuyas intenciones son de formar una nueva República independiente, basada en las provincias de la Audiencia de Charcas, esos territorios pertenecieron en un principio al Virreinato de Lima, y posteriormente al Virreinato del Río de La Plata.
La mayoría de los oficiales colombianos y el mismo Sucre estaban deseosos de conocer esas tierras ignotas y altas del Alto Perú. Tierra de ensueño y de belleza, salida como de un cuento de hadas, de alturas insospechadas y mesetas tibetanas, donde se está más cerca del cielo que de la tierra y donde el volar del cóndor majestuoso, con la caída de la nieve en cumbres borrascosas se confunden.
Cumbres andinas en cuyas venas rutilan preciosos metales y riquezas argentinas.
Alto Perú, tierra de ensueño con hermosos valles tropicales, donde la fertilidad anida abundancia y belleza, como pinceladas de arte y de vorágines.
Alto Perú , tierra de el Potosí, de El Dorado, o el Paitití.
Alto Perú, donde telúricos orígenes, se remontan a los Atlantis, Antis y Andes,
Alto Perú, donde pueblos y razas in domeñables, rascan el cielo con sus dedos, y horadan la tierra con sus manos, para extraer de sus entrañas ígneas y candentes, oro, plata y sabias tradiciones.
Pero al cruzar el ejército libertador, no sabían los que les esperaba en esa tierra de ensueño, abundancia, riqueza y misterio. Significaba ingresar a los nevados del altiplano, muy agreste a una altura media de 3.800 a 4.000 metros, con vientos helados de cordillera, pero con la belleza de un imponente espectáculo, era un cambio de visión, era como un mundo nuevo.
Para los aguerridos colombianos, propios de los llanos venezolanos era una visión extraña y rara, parecía un Tibet en la América.
La llegada a la ciudad de La Paz, una hoyada en un lugar del inmenso altiplano, hacía que la ciudad sea hermosa y con rara característica muy propia, al pie del imponente nevado Illimani.
Cuando el Gral. Sucre dispuso su salida de Puno, era muy aparte de su ingreso al Alto Perú, ir al encuentro del último bastión realista en América.
Un separatista, el General Pedro Antonio Olañeta, radical por excelencia, odiador del Virrey la Serna, enconado enemigo de Canterac y Valdez, quien inició una guerra civil contra esas autoridades españolas, considerándolos nada fieles a la Corona, sorprendió a las fuerzas patriotas, llegando incluso el Libertador a pensar que se trataba de un General disidente.
El Gral. Pedro Olañeta consideraba de su propiedad el Alto Perú, pensando incluso en erigirse como Virrey, con dominios desde el Desaguadero hasta Jujuy y Salta.
Olañeta lanzaba proclamas incitando al pueblo a combatir por el Rey de España, indicando que él se encontraba fuera de cualquier capitulación, refiriéndose a Ayacucho,
El Gral. Pedro Olañeta, español, muere en la discutida batalla de Tumusla, asesinado por un sargento a cuya esposa el General pretendía, el 10 de abril de l825; a los 58 días de su muerte, su esposa, doña Pepa Marquiegui, recibe desde España el nombramiento de su marido como Virrey, Gobernador y Capitán General de las Provincias del Río de La Plata.
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