Agravando las informaciones acerca de la caída de la producción de alimentos en la agricultura del altiplano, valles y yungas de La Paz, se ha informado que la producción ganadera de esas regiones ha caído a niveles tan alarmantes que condenarían al hambre a los casi dos millones de personas que viven en las ciudades de La Paz y El Alto. El dato concreto señala que de las mil reses que deben llegar a diario, sólo están llegando a los mataderos menos de 50. Es más, en la semana pasada el bajón de llegada de reses pasó de 250 y 300 al día a menos de 50.
Los datos señalados en líneas anteriores han originado en La Paz, durante últimas semanas, escasez de carne, alza de precios y malestar general entre la población, mostrando la necesidad de hacer importaciones, ya que la ganadería de Beni y Santa Cruz atraviesa dificultades a raíz de problemas ecológicos recientes.
La caída de la ganadería en el altiplano determinó el alza de precios, al extremo que la carne con hueso pasó de 22 a 24 bolivianos, mientras la carne sin hueso subió de 40 a 50 bolivianos, precios que no pudieron controlar las autoridades con algunas importaciones y fijando precios de competencia.
El derrumbe de la producción ganadera en el altiplano, los valles y yungas (aquí para producir en cambio más coca) es cada vez más sostenido, a la par de lo que ocurre con la caída de producción agrícola, que es más acentuada, al extremo que el Gobierno ha tenido que importar cebolla.
A esa situación ahora se agrega un nuevo y alarmante problema que consiste en que la producción de carne del altiplano para las ciudades de La Paz y El Alto ha llegado a un punto de tanta gravedad, que ahora alcanza niveles que aseguran una crisis económica inevitable que, además, podría tener proyecciones políticas. En efecto, según los carniceros, esas dos ciudades debían abastecerse diariamente con mil reses, pero al momento sólo están llegando entre 40 y 50 al día, proporción que no llega ni al cinco por ciento y que explica la causa por la que se dispararon los precios de la carne en semanas recientes.
En el contexto general se observa que la causa de la escasez y crisis de alimentos que afecta al pueblo paceño está en el abandono en que se encuentra la agricultura y, en especial, en la no solución y, más bien, en la prolongación del problema agrario por parte del Gobierno actual y que, más bien, ha hecho y hace lo posible para dejarlo de lado y en aras de proyectos faraónicos inútiles y de altísimo costo.
Así mismo, se señala que la ruina de la producción agropecuaria en general es resultado de la política agraria oficial y de la absoluta ineficacia de los funcionarios encargados de su atención. Pero, en especial, el derrumbe de la producción agrícola y ganadera en la región interandina del país se debe a la legislación neofeudal agraria vigente, que desde la nueva Constitución hasta las recientes medidas legales, no han hecho sino facilitar la ruina de la agricultura.
Finalmente, se puede decir que el abandono de la agricultura para el abastecimiento interno y el fomento a las exportaciones de algunos productos (quinua, cacao, café etc.), revelan un sentido pragmático oficial a ultranza que está conduciendo a la población mayoritaria del país, al hambre, precios elevados, escasez, inflación y otros males que son el caldo de cultivo de problemas mayores.
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