Bolivia en el camino alimentario de Venezuela

Son bien conocidos los lamentables casos contemporáneos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Argentina en lo referido a la cuestión de la producción y provisión de alimentos agrícolas para las poblaciones urbanas, información que sostiene que en esos países no existe producción de alimentos y que se abastecen con considerables importaciones de los mismos. Venezuela está importando más de 3 mil millones de dólares en artículos comestibles; Cuba tiene el mismo problema; Nicaragua gasta sumas elevadas y Argentina atraviesa por una escasez de alimentos.

En dicho países, la causa de la carencia de comestibles se origina en la caída de la producción agropecuaria por el abandono de la agricultura, originada en la falta de solución del problema agrario, que ha provocado el abandono de la tierra, la migración a las ciudades y otros.

En general, en todos esos aspectos, se puede decir que se originan en la persistencia del problema agrario en sus diversas facetas, problema que no fue solucionado, sino más bien embrollado de forma considerable por los legisladores aficionados, causando así no sólo escasez de alimentos, necesidad de hacer importaciones, problemas sociales, etc. y, al mismo tiempo originando la inestabilidad de los gobiernos “revolucionarios” y, en especial, el fracaso de políticas más generales, como construir el “socialismo del Siglo XXI” y lindezas parecidas.

Entre tanto, en Bolivia ha empezado a producirse un fenómeno parecido al de los países aludidos, o sea baja de la producción agrícola, escasez de productos propios en los mercados, alza de precios, etc. A la vez, el Gobierno se ve obligado a importar alimentos indispensables; a hacerse el de la vista gorda ante la invasión de artículos alimenticios desde países vecinos por vía del contrabando; a importar y autorizar la importación de los mismos, etc., pero principalmente evitar la amenaza del desprestigio y la desestabilización.

La causa de la crisis de alimentos en Bolivia es la misma que la de Venezuela y Cuba, es decir se encuentra en la no solución del problema agrario. Todavía más, esa causa se encuentra en la agravación de la cuestión por la aplicación de medidas inadecuadas (como el libre comercio) que profundiza la crisis de la economía agrícola, abriendo una espiral imposible de contener.

Desde hace pocos años se predica a tambor batiente el discurso de la “seguridad alimentaria”, fueron dictadaas algunas medidas, en fin, se hizo múltiples propuestas. Sin embargo, pese a las ruidosas ofertas, la producción agropecuaria sigue bajando y se hace importaciones que bordean los mil millones de dólares al año.

Para cubrir el déficit alimentario, el Gobierno importa o autoriza importar trigo, harina, maíz, fruta, papa y verduras. Se ha llegado al extremo de importar cebollas. Pero, ahora, para colmo de la calamidad, se anuncia que la producción de carne en la zona del altiplano ha bajado en más del 50 por ciento en relación con el año anterior, porcentaje que, además, tiende a caer más aún y provocar mayor migración campesina a las ciudades, erosión del suelo por el abandono, falta de inversiones, inseguridad jurídica, amenazas de establecer el “socialismo”, etc.

En esa forma, de continuar el actual ritmo económico y político y manteniéndose invariables las causas similares a las aplicadas en Venezuela y Cuba, Bolivia habría empezado a recorrer con pasos largos el camino de la crisis de alimentos, igual que en esos dos países citados.