Diez países árabes, con Arabia Saudí a la cabeza, se han comprometido ayer en Yeddah a colaborar con Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico (EI). El anuncio se hizo público tras la reunión de ministros de Exteriores con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en la capital de verano del reino del desierto.
La monarquía saudí, clave en cualquier intento de erradicar el yihadismo, ha aceptado albergar en su territorio bases de entrenamiento para los rebeldes sirios moderados.
“Tenemos el compromiso del reino de Arabia Saudí… para participar de lleno con nosotros en el esfuerzo, incluido ese programa de entrenamiento”, explicó un alto funcionario estadounidense que viajaba con Kerry. La víspera el presidente norteamericano, Barack Obama, había telefoneado al monarca saudí para explicarle sus planes.
La preparación militar y equipamiento de los insurgentes sirios que luchan contra el régimen de Bachar el Asad, pero que no comparten ni el extremismo ni las ambiciones territoriales del EI, es un componente clave del plan estadounidense.