Chile no ha cambiado de libreto

“Cuando se trata de defender el interés nacional, no hay gobierno y oposición, derechas e izquierdas, lo que hay es una defensa cerrada de la política exterior chilena, entendida como política de Estado”, afirmó Ignacio Walker, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado del país vecino, según registra la prensa nacional de principios de abril de 2013.

En este marco La Moneda se ha propuesto desplegar a sus “diplomáticos de experiencia”, parlamentarios y ex presidentes, en gira internacional, con el propósito, obviamente, de distorsionar el espíritu de la demanda marítima boliviana, que es de conocimiento de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, desde abril de 2013. Por lo visto, voces de la derecha y de la izquierda se fusionaron en esa perspectiva.

“Aquí evidentemente no importa la posición política sino el interés de Chile y eso es lo que ellos han expresado”, aseguró el canciller Heraldo Muñoz (EL DIARIO, agosto martes 19, de 2014).

Ya en abril de 2013 Chile, inmerso en la zozobra e incertidumbre a consecuencia de la decisión boliviana de recurrir a La Haya con el tema del centenario diferendo, designó a Ricardo Hernández, ex jefe de gabinete de su Cancillería entre el 2006 y 2009, como emisario diplomático, con la misión específica de bloquear u obstruir el reclamo marítimo en foros u otras instancias internacionales, en las que la presencia de Bolivia podía haber promovido respaldos para su histórica causa.

En consecuencia Chile ha asumido desde entonces, y como siempre, un gesto provocativo y de hostigamiento en torno a la demanda marítima boliviana, que exige, mediante la justicia internacional, solución de “buena fe” al injusto encierro geográfico y que signifique para la región una verdadera integración, por el bien común. Chile no sólo fuera de sus fronteras, sino dentro de ellas, ha reiterado su negativa al respecto, en dictadura y democracia.

Y con la falacia de que Bolivia busca la revisión del Tratado de 1904, en el Tribunal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la clase dominante chilena, aferrada como siempre a sus mezquinos intereses, pretende confundir y distraer a la opinión pública internacional. Una élite política, que estuvo en la búsqueda, permanente, de confrontación, cuyos ascendientes fueron partidarios, inclusive, de la polonización de Bolivia, sugerida por el presidente peruano Nicolás Piérola, que asumió el cargo a fines de 1895 (Valentín Abecia: “La dramática historia del mar boliviano”, 1986, pág. 132).

Y creemos que con aquella postura chilena se ha disipado la insinuación de restablecer el diálogo bilateral que hizo, hace poco, el canciller Muñoz, en entrevista con una autoridad nacional. “Yo he dicho que he estado dispuesto a recibir a las autoridades competentes bolivianas para retomar asuntos de interés común, exceptuando el tema marítimo. Por cierto, es una señal de buena disposición”, indicó el titular del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, conforme relata la prensa nacional de 8 de agosto del pasado inmediato.

En suma: Chile no ha cambiado de libreto.