Nuestra liberación científica

Debo reconocer que las guerras de liberación ganadas por nuestro presidente vitalicio Evo Morales no han sido suficientemente valoradas por los historiadores de nuestro tiempo ni suficientemente cantadas por los poetas contemporáneos, tampoco registradas en la prensa por periodistas como el que suscribe esta crónica, aunque yo tengo la disculpa de mi ceguera casi total.

Pero es en esos momentos cuando aparecen de repente periodistas cochabambinos con la clarividencia necesaria y la osadía quillacolleña que descubren los grandes momentos estelares de esta Patria que no tuvo Kants ni Goethes ni Schillers, pero tiene una cholita cochala que cualquier mañana nos hace despertar al grito de ¡eureka!, porque está entre nosotros nuestro ¡Liberador político, económico y científico!!!

Ese grito de “eureka” estremeció mis sentidos ayer lunes 15 de septiembre.

Macacha, exultante, casi no pudo hablar para darme cuenta de su primicia periodística: “Nuestro presidente Evo acaba de informar a los suyos y a todo el orbe ¡la liberación científica de Bolivia, después de haber conseguido nuestra liberación política y luego nuestra liberación económica!”.

Al escuchar la noticia de labios de mi socia periodística, no puede reprimir unos gruesos lagrimones que comenzaron a rodar por mis mejillas, para luego enjugarlas apelando a los limpios bordes de sus polleras, y luego lanzar a los aires mi grito tradicional de mariachi boliviano de “ay, ay, aaaay”, para luego abalanzarme sobre la cholita, deshacerle sus negras trenzas y bañar su cabeza en mistura y envolverla en serpentinas.

Es que la nueva hazaña de Evo Morales cumplida calladamente me entusiasmó como boliviano y debería enorgullecernos a todos: ¡haber conseguido la liberación científica!!!

La cholita de Quillacollo se encontraba feliz por haberme comunicado la primicia periodística, pero aún no había calado hondo que la liberación científica de Bolivia significaba que ya no dependíamos de la ciencia universal, pues Evo y los sabios que lo rodean nos habían liberado sin derramar un solo tiro del judío Einstein, de los esposos franceses Curie, del doctor Fleming, descubridor de la penicilina, sin olvidar al creador de la bomba atómica. De todos ellos, nuestro humilde Evo, natural de Orinoca, nos ha liberado de golpe y porrazo al anunciar nuestra liberación científica, algo que no había conseguido ningún gobernante en el mundo.

Nos volvimos a abrazar con mi comadritay y agradecimos a Dios por haber nacido en este privilegiado país, llamado por un humorista boliviano “typical país”.