Punto aparte
El ministro Arce Catacora sostiene que el bono que los jubilados exigen se les otorgue, por la elevación del costo de vida, puede causar un supuesto déficit en las cuentas fiscales, pero no toma en cuenta el despilfarro en que incurre su despacho al financiar tres costosas y estériles reuniones del G-77, el gasto exorbitante en la campaña electoral del binomio oficialista y compras egocéntricas.
Evo Morales realiza hasta tres viajes por día a todas las latitudes del país, utilizando aviones y helicópteros estatales, para “entregar obras” y efectuar prebendas, con afanes proselitistas. Su intención es comprar conciencias y acallar voces que puedan ser discordantes contra el manejo abusivo de los dineros del erario público.
El régimen masista no ha creado una sola fuente de nuevos ingresos para el país, más bien dilapida irresponsablemente la herencia que recibió de los gobiernos anteriores, así como del transitorio aumento en los precios de las materias primas.
Aunque Arce Catacora se jacta del “buen manejo” que realiza de la economía nacional, sus percepciones no alcanzan a comprender que el mundo está viviendo un tiempo de múltiples incertidumbres. Los análisis en profundidad llegan a establecer que todo esto es artificioso, por tanto inestable e inconsistente.
La prueba está en que países de milenarias experiencias, como los europeos, no pueden resolver sus problemas económicos y sociales desde 2008, porque el ficticio “estado de bienestar” que impusieron sólo derivó en derroche de dinero, contratación desmedida de créditos y alteración de los resultados numéricos del descalabro que les estaba causado esa utopía prematura. La excepción fue Alemania, bajo el mandato de Ángela Merkel.
En cambio, Bolivia y varios de los países latinoamericanos, pareciera que viven una época de bonanza, pero esto obedece a que, por su limitado desarrollo productivo, únicamente disponen de materias primas. Si bien China e India -aunque en menor proporción- son buenos mercados para absorber este tipo de producción, confrontan ya ciertos contrastes.
Esto mismo está sucediendo con los especuladores del capital internacional. Brasil es un ejemplo elocuente. De forma súbita, está ahora inmersa en una crisis que puede ser contagiosa para sus vecinos. La causa: los “buitres”, como los llaman a aquéllos en Argentina, han restringido sus inversiones.
En cualquier momento, pueden también dejar de seguir manipulando los precios de las materias primas. Será entonces cuando a Bolivia se le evaporarán los altos precios con los que está vendiendo sus materias primas, que se reducen básicamente al gas natural y a los minerales.
El sector agropecuario de Santa Cruz pudo estarles coadyuvando en ingresos a estos sectores, incluso sustituyéndoles, pero el gobierno del MAS frenó sus exportaciones desde 2009. Por tanto, las inversiones, la tecnología y la producción quedaron congeladas.
Casos patéticos del daño inferido al crecimiento del sector agropecuario cruceño, que es la despensa del país, son las caídas en la producción de arroz, maíz, frejoles y la parálisis en los cultivos de trigo.
A su vez, El INE (Instituto Nacional de Estadística) informó que en el primer semestre de este año el valor de las exportaciones de estaño, plata y oro tuvo caídas de hasta el 55,5%. Atribuyó este descenso -como advertíamos en líneas precedentes- a la disminución de la demanda en el mundo y a la especulación financiera.
Acerca de la “bonanza” de la que presume el Gobierno actual, una vez más corresponde dejar en claro que su mayor acierto en la administración del país fue mantener el estatus macroeconómico creado por el Decreto Supremo 21.060, con el que Paz Estenssoro abatió a la hiperinflación en 1985 e instituyó el libre mercado.
Los índices inflacionarios, empero, están volviendo a asomar sus fauces, especialmente en los alimentos. No dejan de subir desde fines del año pasado, de acuerdo con los estudios de la Fundación Jubileo. En tanto, el libre mercado sigue más vigente que nunca en Bolivia. La coca y la cocaína viven su época de oro.
No faltan, empero, desaciertos del oficialismo, a través del Ministerio de Economía. Entre ellos, el intervencionismo en el sistema bancario y la ausencia de fiscalización en el gasto público, por parte de la Contraloría. Peor aún, las instituciones públicas están facultadas para realizar operaciones comerciales y firmar contratos de obras sin licitación previa alguna. Las compuertas de la corrupción quedaron abiertas de par en par.
Por todo ello, no será la pequeña demanda de los jubilados la que genere el déficit en las finanzas públicas, como arguye insidiosamente el ministro Arce, sino la forma dispendiosa en que sube el gasto público. En este año, mucho más que en los anteriores, con la multimillonaria campaña electoral del binomio oficialista, sin el menor rubor ni pudicia.
Es ofensivo e injurioso atribuir finalidades electoralistas a las movilizaciones de los jubilados. El problema que tienen es que el hambre les aprieta los estómagos, al margen de que tienen las manos vacías para atender otras necesidades vitales en el orden familiar. El encarecimiento de los precios en general, que el INE obviamente no registra, está colocando a los jubilados en las calles y en los caminos.
¡Sólo a los poderosos y satisfechos puede ocurrírseles insultar a los jubilados con discursos, spots televisivos y entrevistas periodísticas complacientes!
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