Froilán Aguilar Conde, jubilado (78), casualmente se encontraba en la avenida Mariscal Santa Cruz, de la ciudad de La Paz, con una bolsa de pasancallas que para él será el almuerzo del día. Algo reacio y tímido nos dice que la gente se cansa y que hoy sólo llegan a cinco mil movilizados, algo menos de la mitad de personas que iniciaron las movilizaciones. A pesar de sus 78 años y una lesión en la rodilla, al ver que las bajas diezman el sector, Aguilar se prepara para reforzar la marcha que ayer llegó a Patacamaya.
“Si el sueldo alcanzara no estaríamos en las calles. Mi esposa falleció y no he podido olvidarla, me ayuda en la vida, el tener a mis nietos y mis hijas que si bien me hacen compañía tengo que ayudarles en su manutención. Mi nieto mayor ya va a la universidad, necesita pasajes y libros, mientras que la pequeña aún está en la escuela”, manifestó Aguilar.
Don Froilán recibe un sueldo de Bs 1.000 que le alcanza para una sultana diaria destilada en más de dos ocasiones y un potaje de harina blanca para la cena. Como muchos de los jubilados, ya sea porque sus hijos migraron o son muy jóvenes, Aguilar se hace cargo de sus nietos desde su cuidado hasta su manutención, para lo que se ha visto en la necesidad de vender las pocas cosas que reunió cuando era joven.
“Cuando era joven trabajaba en una molinera, me hice de varias cositas que ahora tengo que vender porque necesito dinero y ya las fuerzas no me alcanzan para conseguir un trabajo extra. Junto a mi esposa nos costeábamos algunas cosas con los dulces que ella vendía en las puertas de las escuelas”, comentó mientras se frotaba la rodilla izquierda que por el frío y la caminata siente los resabios de una vieja lesión.
Al preguntarle sobre la marcha, que se reduce por las bajas de sus contemporáneos, con algo de entusiasmo y orgullo nos dijo que se ha preparado para dar alcance a sus compañeros cerca la localidad de Patacamaya.
“Hay varias bajas, muchos pueden moverse sólo con bastones así que para ellos es muy difícil. Muchos iremos desde acá para reforzar la marcha, igual que los jubilados del interior entraremos en tandas para que la marcha pueda llegar hasta la sede de Gobierno. Ya he participado en otras y nunca he desfallecido”, nos dice entre sonrisas.
Mientras nos brinda dos horas de su vida, mastica entre su desgastada dentadura la impotencia ante la ingratitud de un Estado y una sociedad que ha dejado de lado el valor de la gente adulta.
SONDEO
Alfredo Avilés Pérez, jubilado de la cervecería:
“Cuando Evo era dirigente y nosotros del sector activo, él hacía sus multitudinarias marchas, los fabriles le dábamos alojo incluso poníamos dos días de haber para apoyar las marchas, lo mismo con los mineros y la Marcha por la Vida, todo eso, para que hoy nos den la espalda y nos respondan con ingratitud, olvidando lo que hemos ayudado”.
Adolfo Velasco, jubilado fabril:
“El sector fabril ha sido uno de los sectores más importantes en las campañas de Evo, tanto para presidente como para su alcaldes,él en persona venía a pedirnos que le ayudemos con fondos y personas para la propaganda y lo hemos hecho pensando que no se olvidaría de nosotros y nos pagaría de esta manera”.
Eulogio Quispe, jubilado fabril:
“Gracias a nosotros lo viejos, es que Evo Morales está sentado en el Palacio de Gobierno, pero ahora nos discrimina, nadie se acuerda de nosotros ni el Defensor del Pueblo ni la Iglesia viene a ayudarnos, a ver la realidad en la que vivimos. Hemos dado muchos años de nuestra vida y nuestro trabajo y hemos peleado en las calles para que hoy sólo el gobierno disfrute”.
Julio Quispe, jubilado de la fábrica SAID:
“Todos los años de trabajo no han servido para nada, los descuentos que nos han hecho en su momento tenía poder adquisitivo, pero ahora nos dicen que ya no tenemos fondos, que lo que teníamos se ha devaluado, que los gobiernos de turno son los culpables de esta situación y que encima que si nos dan el bono, nosotros vamos a ser los culpables de que quiebre el Estado”.
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