Constituyen una provocación las malintencionadas declaraciones de funcionarios públicos del Ministerio de Hacienda, encabezados por su titular, calificando la justa petición de quienes en mérito a derechos solicitan una compensación económica que les permita paliar su triste espera en el último recorrido en esta vida.
La Ley del Adulto Mayor en su primer punto señala no discriminacion y en partes salientes menciona el “goce o ejercicio de los derechos fundamentales y libertades de las personas adultas mayores”. Sin embargo maliciosamente y con autoritarismo el Órgano Ejecutivo mediante spots millonarios por televisión, pretendiendo confundir a la población, disminuyendo su presencia los denomina abuelos y abuelas, desvirtuando la petición valiente y decidida de los jubilados, que llegaría a 90 millones de dólares, lo cual es una falacia, ya que con un cálculo aritmético infantil se llega a menos del insulso dispendio de cerca de 40 millones de dólares gastados en dos días en la reunión del G77, a lo que se suman los constantes viajes de frondosas comisiones burocráticas al interior y exterior del país y derroche en movilizaciones de las llamadas fuerzas sociales, con fines políticos y reuniones “cumbres” intrascendentes de diversa índole por parte de la administración pública, con participación se dice de “especialistas” y “expertos”.
La desconsiderada actitud gubernamental constituye también un hecho de violenta exclusión, con objeto de menoscabar la integridad física, psicológica y moral de los jubilados y mantener jerarquías sociales, desconociendo el derecho a una vejez digna de quienes dieron su vida activa para el sustento de la Patria.
Es muestra de torpeza desmedida calificar el reclamo de los jubilados como movimiento político, cuando el propio Gobierno responde con exabruptos políticos, aprovechando el poder circunstancial del que disfruta.
Se manifiesta que no hay recursos para atender el mencionado pedido, pero se habla de vivir bien, de la jauja económica, de no violencia, descolonización, solidaridad, de protección, participación, accesibilidad y una serie de frases demagógicas.
Los bolivianos con plena sensibilidad social hacemos llegar a nuestros entrañables padres, abuelos y abuelas jubilados, palabras de solidaridad y aliento sincero y les manifestamos que “siempre hay un mañana de esperanza para los justos y perseverantes”.
El pueblo los acompaña en su caminar lento y sacrificado, pero lleno de valor y coraje. Y quienes son malos hijos, que son pocos, un día pagarán el precio de su ingratitud, al no reconocer el sacrificio de quienes en sus años jóvenes y de consistencia física y mental, se dedicaron a la formación de nobles generaciones y supieron defender los valores morales de la Patria. Los verdaderos bolivianos sabemos reconocer que ustedes, señores jubilados, constituyen la verdadera fuerza moral de nuestra Bolivia y que por ello son merecedores de todo trato con calidad y calidez.
El pensador Miguel Unamuno decía: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás, es para ver el camino que nunca más volverás a andar”.
Ojalá Dios perdone a aquellos que no saben honrar a los padres.
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