Antonio Candía H.
Fue muy lastimoso ver en estos días, por los medios de comunicación, a señoras y señores de la tercera edad, apoyados en bastones, muletas, en sillas de rueda y con lágrimas en los ojos, que pedían la atención del Gobierno a su demanda. Ellos son jubilados de diferentes sectores, como fabriles, mineros, del magisterio y otros, que marchaban por la carretera que une los departamentos de Oruro y La Paz. Recorrieron aproximadamente unos 100 Km, en dirección a la sede del Gobierno, exigiendo el pago de un bono de 3.000 bolivianos que por derecho les corresponde, porque a otros sectores activos como la Administración Pública, diputados, militares, policías, etc., se les ha pagado el doble aguinaldo y, en algunos casos, llegaron a percibir hasta alrededor de 40.000 bolivianos, según dijeron. Para ellos la suma que piden representa casi nada comparada con aquellas sumas pagadas a los sectores activos.
En su época de trabajadores activos, ellos aportaron y entregaron su vida, dejando su juventud y su esfuerzo al servicio de la Patria, trabajando 30 y hasta 40 años en las minas, las fábricas, las aulas de nuestra querida Bolivia. Hoy, ya cansados y enfermos y en algunos casos hasta olvidados y abandonados a su suerte, muchos de ellos se debaten casi en la miseria y en la mayor desesperación, porque las paupérrimas rentas que perciben, que no llegan ni siquiera al 50 por ciento del salario mínimo nacional establecido, no les alcanza para cubrir las elementales necesidades de alimentación y salud; teniendo en cuenta que, por la edad avanzada en la que se hallan, tienen otras necesidades y gastos adicionales, como para adquirir medicamentos por cuenta propia, para la curación de sus dolencias, por falta de existencia en el vademécum de la Caja Nacional de Salud.
La bonanza económica, de la que se dice que hoy goza Bolivia, no apareció por arte de magia ni porque los actuales trabajadores activos hayan producido más que antes, sino que es producto de años de esfuerzo de los trabajadores que hoy son jubilados. Como consecuencia de ello quedaron quebrantados de salud o inválidos, en muchos casos. Es por eso que el Gobierno debe hacer un esfuerzo para solucionar lo antes posible este problema, porque tal vez mañana será tarde, ya que podría sucederles alguna desgracia al marchar, que Dios no lo permita.
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