El perfecto arte de gobernar, mintiendo

Nuevamente, el boliviano se siente agredido por las contiendas políticas pre electorales y creemos que protestar por ello no es ideal, porque supuestamente, el hacer política y gobernar perpetuamente, había sido un verdadero arte, seguramente siguiendo el ejemplo de milenarios y ancestrales estilos desde antes de los 500 años de la etapa de explotación colonial, aunque ellos no mentían, hasta donde la historia nos cuenta. Es difícil protestar porque ya no tenemos razón, porque nuestra protesta oculta una cobardía que no nos permite salir y declarar abiertamente que no le hemos echado mano ni nos hemos beneficiado de los 500 años de explotación colonial.

No podemos manifestar valientemente que las facturas de ese banquete de riquezas extraídas no las va a pagar la clase media empobrecida, tampoco sus hijos. No vamos a protestar porque corremos el riesgo de generar un hecho “ilícito”, pero aun así, podemos pedir que se deje de mentir, como ocurre en el caso de los jubilados. Corroborando lo dicho, vuelvo con la leyenda que alguna vez comenté: “Cierto día -nos comenta Mario Roso de Luna-, la mentira sorprendió adormecida a la verdad y la despojo de sus albas vestiduras, cubriendo con ellas sus hipócritas lacerías, para poder presentarse así a los incautos hombres, disfrazada de verdad pura. Tan tristísimo día semejante trueque fue el último de la Edad de Oro, porque la pura Verdad, que antes reinaba como única soberana, había sido suplantada entre los mortales por la propia Mentira. La infeliz Verdad, aunque despojada de sus preeminencias, no por eso dejó de presentarse a los hombres: nadie podía soportar cara a cara la vista esplendorosa de la verdad desnuda, mientras se rendía toda suerte de bajos homenajes a la entronizada Mentira¨.

Esta leyenda Celta de Isabaeu, Isabel o Isis, nos advierte un simbolismo frecuentemente utilizado por nuestros políticos, cuando mienten y se encuentran con la verdad pura. El Ministro de Economía dice que se paga el doble aguinaldo a los funcionarios públicos activos, vale decir, a aquellos que actualmente “hacen crecer” al país. Pregunto al economista si en anteriores tiempos, sus mayores, nuestros mayores, no hicieron crecer el país, pensamos que sí, que todos los que pasaron antes, mal o bien, le pusieron el hombro.

Sin embargo, el economista ya hizo un juicio de valor y discrimina a los jubilados sin temor a la propia Constitución Política del estado, Art. 14 Parágrafo II y III, la Ley No. 045 de 8 de octubre de 2010 en sus artículos 1, Art. 2 (b) c), Art. 3 b) Art. 5 (f) y normas conexas y complementarias sobre el tema. El economista no se dio cuenta de los gastos incurridos en las propagandas sobre el proceso de cambio desde el comienzo de esta administración, lo que ya constituye una subliminal propaganda preelectoral que permaneció desde el principio hasta hoy. No se percató de los gastos en la compra de aviones, vehículos, los gastos de la cumbre presidencial G-77 incluidos sus regalos, por nombrar algunos.

No se dio cuenta de que al pregonar permanentemente que el país goza de una salud económica nunca vista (en millones de dólares) miente entonces al decir que “no se puede otorgar” mayores beneficios a los ex trabajadores del país. El gasto fiscal se incrementó de un 11% al 16%), “pequeño déficit fiscal”, dice el Ministro. El déficit, cualquiera sea su magnitud, es o no es y punto, no hay medias tintas. Luego, ¨….atribuyó el previsible déficit fiscal a los gastos incurridos por el Gobierno en la realización de la cumbre presidencial G-77 y el plan Patuju….¨, etc., (EL DIARIO, 14 de septiembre de 2014) (a confesión de parte relevo de prueba).

Al parecer, el deseo de poder y el miedo a perderlo conducen a los hombres a mentir, como en la leyenda descrita supra. El 10 de octubre es un ardid que los jubilados deben considerarlo. Por lo comentado, reconozco que la actual administración tiene el arte perfecto de gobernar, pero mintiendo. Como siempre, termino mi comentario: para ser político hay que tener clase, que hacemos?

El autor es abogado.