El mal que camina del brazo de algunos políticos es la corrupción, campea en todas partes e hizo ricos y poderosos a muchos que antes de tener poder absoluto nada poseían. Lo interesante es que de todos los sistemas de corrupción se benefician en alto grado y hasta los que dicen que cambiarán el mundo, que harán “reinar la justicia y la transparencia”.
La historia de la humanidad ha mostrado que muchos de los que alcanzan poder político, económico o social, tienen como objetivo máximo el enriquecimiento a costa de cualquier medio. Para los que instauran cambios y captan el apoyo de buena parte de los pueblos, es fácil aferrarse de sistemas limpios, como la libertad, la democracia y la justicia, tres condiciones de vida digna muy utilizados como pretextos para imponer “normas” que permitan la inmunidad y la impunidad.
La ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) es ejemplo de cómo “a nombre de implantar el marxismo” miles de políticos y funcionarios de jerarquía han cometido latrocinios y han traicionado los “principios” que decían defender. Es sabido que las burocracias gubernamentales -con grandes y honrosas excepciones seguramente- marcan el inicio para cometer, mimetizando valores y virtudes, todo tipo de delitos contra el Estado y los pueblos. La URSS, luego de 70 años de imposición comunista, tuvo en la corrupción una de las causas de su fracaso, puesto que si Carlos Marx vivía para espectar la revolución soviética, se sentiría frustrado, amargado, avergonzado y desesperado al ver cómo sus ideas han servido de base para hacer lo menos conveniente para un pueblo.
Si hay corrupción en países que luchan contra este mal, no falta en aquellos que se creen y sienten democráticos, transparentes y justos. En América Latina se tuvo muchos ejemplos, empezando por los regímenes ilegales que, de una u otra manera, han buscado imponer sistemas que efectivamente cambiaron su situación y de sus adeptos hasta extremos inauditos que se han demostrado con el despilfarro, la indecencia, el manoseo de los bienes públicos, el uso indebido de dineros del país concretados en mansiones, aviones de lujo, automóviles, viajes y vida de gran derroche y ostentación. Todo, por supuesto, a costa de la ingenuidad, inocencia y credulidad de pueblos que siempre esperan lo mejor de quienes prometen dirigirlos y, en los hechos, muestran que hacen todo lo contrario a normas elementales de honestidad y responsabilidad.
Así los hechos sufridos por el mundo en que si los corruptos formaran una compañía financiera y económica, sería la más rica, más grande y más poderosa porque contaría, además, con el apoyo del narcotráfico, el contrabando, el bloqueo y la inmoralidad en todo sentido.
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