La democracia en la escena

En la primera parte de esta columna de opinión, publicada ayer miércoles, se puso de relieve la significación que tiene para la democracia el Foro Debate de los candidatos parlamentarios y del binomio presidencial que participarán en las elecciones generales del 12 de octubre, bajo el patrocinio de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) y de la Fundación Konrad Adenauer (KAS), de Alemania.

Con el propósito de complementarla, se exponen en estas líneas algunas consideraciones acerca del desarrollo del mismo, así como breves apuntes sobre lo poco que pudieron exponer los cuatro aspirantes a la Vicepresidencia de la República, pertenecientes a las organizaciones opositoras. No concurrió a la cita Álvaro García Linera, que integra la fórmula oficialista, que busca una segunda reelección, pese a que la Constitución prevé sólo una posibilidad.

El Foro del domingo pasado, transmitido por Cadena A y otras estaciones de televisión (menos la oficial) y de radio, tuvo luces y sombras. Las primeras están contenidas en la parte I de esta columna, quedan por señalar más adelante, la eficacia de la modalidad adoptada y plantear algunos ajustes.

En lo referente al formato que se aplicó al Foro Debate, no es exactamente tal; no hubo debate entre los candidatos. Su desarrollo se redujo a una especie de conferencia de prensa, pero con limitaciones de tiempo para las respuestas.

Además, algunas de las preguntas periodísticas no se reducían específicamente a un tema, sino a otro u otros más.

Los candidatos debían responder en sólo dos minutos, tiempo que es insuficiente para que los interrogados realicen una exposición consistente. Los organizadores tendrán que considerar que no se trata de un concurso de preguntas y respuestas para obtener una distinción o un premio. Se entiende que lo que se pretende es que los candidatos tengan margen a exponer con claridad y cierta amplitud lo que proponen.

El apremio al que son sometidos les resulta, sin duda, demasiado exigente. Pero como tienen que salir del aprieto, la fugacidad con la que deben dar sus respuestas les perjudica, tienen que precipitarse en decir hasta incoherencias. Al mismo tiempo, los oyentes quedan con sabor a poco o a nada.

En tales condiciones, formular opiniones sobre lo que alcanzaron a decir los candidatos resulta aventurado. Es prestarse a intervenir en algo así como una teatralización de la política. Sí, se puede hacer algún comentario, pero queda en la conciencia de que cuestiones de enorme interés para el país merecen mejor tratamiento, de unos y otros.

A modo de simple sugerencia, tal vez lo apropiado sería asignar a cada candidato más tiempo, a fin de darle oportunidad a que emita conceptos formales y completos, en caso de que quiera mantenerse la metodología ya adoptada.

Empero, quizás lo mejor sería cumplir la intención que se tuvo al darle el denominativo de Foro Debate. De optarse por el debate, el cual tendría que realizarse entre los candidatos, bajo la conducción de un/a periodista que actúe de moderador.

En tal eventualidad, la o el moderador tendrá que controlar el tiempo que amerite cada tema a tratarse; a la vez, impedir que se incurra en excesos verbales. En caso de que por diversas razones, las limitaciones del tiempo sean muy exigentes, lo procedente será también acortar los temas a tratarse. Pueden ser tres o cuatro, como máximo, para abarcar dos horas en total.

En conclusión, es pertinente reiterar que la iniciativa de los organizadores es totalmente plausible, pero su desarrollo podría ser mejorado, para conferirle mayor calidad y aprovechamiento. Tanto a los candidatos participantes como los oyentes. Estos últimos son los más importantes. Se trata nada menos del electorado que acudirá a depositar su voto en las urnas, sobre la base de las impresiones recogidas en los foros de la APLP y de KAS.