Los cruceños, íntimamente ligados a la Audiencia de Charcas, no permanecieron indiferentes ante la efervescencia que se produjo en el Alto Perú con la revolución de 1809; de ahí que aprovecharon la fiesta de la Virgen de las Mercedes, el 24 de septiembre de 1810, para materializar los planes que se habían gestado por Seoane, Salvatierra, Suárez, Moldes, enviado por los revolucionarios de Buenos Aires, y otra gente. El primer acto fue el amotinamiento de las fuerzas realistas de aquella ciudad. El tumulto que siguió al amotinamiento y la masiva asistencia a la procesión de la Virgen de las Mercedes fue aprovechado por los conspiradores para convocar a Cabildo abierto, en el cual se destituyó al gobernador Toledo Pimentel; se formó una Junta Gubernamental, integrada por Seoane, Suárez y Salvatierra; se dio libertad a los esclavos, se decretó que los españoles que así lo quisieran podían quedarse en la ciudad, siempre que no atenten contra el nuevo orden, o si lo deseaban, podían volver a España. Esto nos muestra el deseo de formar una sociedad libre con el concurso de todas las clases sociales del lugar, sin exclusiones de ningún tipo.
La derrota del ejército auxiliar argentino, en Guaqui, puso fin a la independencia de los cruceños; y en octubre de 1811, vuelve a someterse a los realistas. Los patriotas no cejan en su afán de independencia, y con la llegada de Warnes, nuevamente se produce la rebelión y la independencia del Departamento, con las zozobras que esos actos producen en esos tiempos. De ahí que Warnes se ve forzado a renunciar a su cargo de gobernador, debido a intrigas internas de los realistas, pero el pueblo lo reelige y, posteriormente, marcha a liberar las provincias de Chiquitos. Todo eso se ve en la Proclama del 22 de agosto de 1815, dirigida a los cruceños por ese héroe:
“Habitantes de esta Provincia:
Por un resorte de la Providencia, tomé el mando de este gobierno en las más críticas ocurrencias de nuestra revolución. Testigos sois todos vosotros de la conducta de mis operaciones militares, del incesante trabajo que he tenido, de los continuos desvelos y pernoctaciones que he pasado por sólo mantener la seguridad de esta Provincia y defenderla, así de los enemigos interiores como de los exteriores. Hice mi renuncia ante el señor general en jefe conociendo los peligros de una revolución, y la poca constancia y fortaleza de los que se preciaban de amantes de la libertad; y aunque se me admitió por aquel digno jefe, la bondad de este benemérito pueblo me reeligió el 11 del presente, haciendo que tomase posesión con las formalidades de estilo. Sigo ahora con la misma energía y empeño, y aun olvidado de mí mismo, por sólo dar el lleno a las obligaciones de un cargo que me habéis confiado. Un deber tan sagrado como éste no podré desempeñar sin que vosotros coadyuvéis con el buen comportamiento de vuestras operaciones. Nunca más que ahora daréis prueba de los nobles sentimientos de que estáis revestidos, y de aquella propensión que tenéis a la quietud y tranquilidad pública. Me hallo próximo a dirigirme a la Provincia de Chiquitos, y sacar a vuestros hermanos de la dura opresión que padecen bajo la tiranía del enemigo. Estoy satisfecho y lleno de la mayor confianza que mientras yo maniobre con mis tropas en aquellas provincias, os mantendréis quietos conservando la paz en que actualmente estáis”.
Al heroísmo de Warnes y Álvarez de Arenales se debe la victoria de Florida contra el realista coronel Blanco; oportunidad en la que Álvarez de Arenales, al ver el peligro en que se encontraba la suerte de la batalla, mandó pasar al ataque a la bayoneta. Warnes atacaba a la caballería y parte de la infantería enemiga, con tal fuerza, que impidieron que los realistas pudieran repasar el río, haciéndoles retroceder hasta un pueblo.
Warnes murió en la epopéyica batalla del Pari, cuando los contendientes luchaban encarnizadamente, cuerpo a cuerpo, en medio del polvo, la pólvora, los relinchos de los caballos, y el griterío de los soldados. Una bala mata al caballo del héroe, y Warnes queda atrapado bajo el peso de su cabalgadura, hasta que un soldado enemigo lo mata de un bayonetazo. Es el 21 de noviembre de 1816.
Los cruceños continuaron peleando por la independencia hasta enviar a sus delegados a la firma del documento de la fundación de la República.
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