El diccionario de la lengua española da el mismo significado a popular, populismo, popularidad, etc., como términos que tienen que ver con el pueblo. En ciencia política el contenido de cada término es distinto, así popular importa que algo o alguien es grato al pueblo, es decir que goza de popularidad, pero populismo tiene otro significado que se refiere a una categoría de forma de gobierno.
El populismo no tiene o carece de una ideología clara y concreta y en consecuencia no es ni de derecha ni de izquierda, no es liberal ni totalitaria, no es demócrata ni antidemócrata, es todo a la vez, destacándose algunas características de una u otra corriente de pensamiento político, es decir de ideas sobre el Estado y la sociedad.
El régimen de gobierno populista responde a los pedidos y demandas de los sectores sociales y económicos, en especial de los primeros por su importancia numérica; vive y se alimenta del apoyo coyuntural de las organizaciones sociales o populares (sociales bajas), a las que halaga con entrega de recursos, obras o políticas que las benefician, de tal manera que las tiene o pretende tenerlas siempre contentas y en consecuencia leales al régimen, pues creen que éste les representa y son parte del mismo. Pero en verdad el grupo gobernante es un reducido equipo de personas, que son las que en realidad tienen el poder y lo ejercen en función de sus intereses (de grupo), que generalmente suelen mantenerse en el poder y disfrutar del mismo.
El modelo de gobierno populista está centrado en la exaltación de un individuo al que se lo endiosa, él es principio y fin del régimen, y todo el séquito de colaboradores está pendiente de sus deseos y caprichos; no hay planes de gobierno serios, presupuestos, disposiciones legales que se debe cumplir en la administración de recursos públicos; se carece de objetivos estratégicos nacionales y todo o casi todo lo que se hace responde a mantenerse en el poder.
El caudillo (cacique) que encabeza el régimen de gobierno populista se coloca sobre las leyes, pues cree que es él la fuente del derecho y aunque simbólicamente funcionen los órganos del Estado, éstos y todo el aparato del mismo responden a la voluntad del caudillo, de tal suerte que no existe estado de derecho en el que gobernantes y gobernados están sujetos al cumplimiento de la ley.
Los gobernantes populistas no ejercen sus labores en el gabinete del despacho, están permanentemente en movimiento, es decir viajan constantemente a todo rincón del país que gobiernan, con el argumento de estar en contacto con el pueblo. En verdad viajan a las áreas rurales y provinciales, donde es más fácil reclutar a los asistentes con el pago por la movilización. La llegada del caudillo es preparada de antemano por una comisión para el efecto y por las autoridades de la localidad a donde llegará el gobernante.
En noviembre de 1964 tomó el poder el general René Barrientos Ortuño, que luego fue elegido presidente constitucional, su régimen fue populista. Era la figura central del régimen militar, ponía y sacaba en puestos importantes a quien quería, así como otorgaba prebendas o persecución y cárcel, era el dueño del país. Su simpatía era el arma política y diariamente viajaba al área rural, donde sus bases campesinas e indígenas lo esperaban para vitorearlo, esas mismas bases que siguen vitoreando a los caudillos de este tiempo. El efectivo gobierno en las labores administrativas estaba en manos de su cuñado, que era Ministro de la Presidencia y su asesor, un destacado escritor. El caudillo estaba siempre visitando cuarteles militares, concentraciones campesinas o de otros grupos sociales, a los que siempre les dejaba algún regalo.
El principio y el fin de los regímenes populistas, sus caudillos y los reducidos grupos gobernantes, no es otro que el poder y su goce, pueden ser de discurso izquierdista, anti comunista, nacionalista o liberal, pero el modelo es el mismo, con breves variantes. Los diarios discursos no señalan objetivos estratégicos de desarrollo, son de condena a sus opositores y suelen crear enemigos, a quienes endilgan todos los males que ellos supuestamente combaten.
En general, los regímenes populistas son autoritarios, represores y antidemocráticos.
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