Adelio Aruquipa Tórrez
La educación es factor altamente determinante en la vida de los individuos y por ende en las sociedades. Una demanda permanente a la educación es que se vincule con las dinámicas de la sociedad. La sociedad se la puede entender desde la singularidad y homogeneidad. Es importante visualizar la diversidad de sociedades, donde la sociedad civil debe reconocer e interactuar con las particularidades que hacen a la sociedad empresarial y la sociedad política. Estas mismas sociedades se las contempla en los espacios locales, regionales, nacionales y, a la vez, globales.
El cambio educativo se dará en la medida en que las instituciones educativas estén vinculadas a las dinámicas de las sociedades. Esta perspectiva no significa minimizar la acción educativa, al contrario, el cambio educativo tendrá que sostenerse y sustentarse cualitativamente en la relación que enlace la dinámica social, particular y diversa.
Es fundamental reconstruir desde esta relación múltiple, la matriz de pensamiento y acción, que constituye sujetos y construye conocimientos. Desde esta perspectiva, que la educación sea considerada como construcción social y no se remita o se circunscriba en el espacio áulico.
Asumir la educación y sus instituciones como construcción social implica concebir la escuela, en sus metodologías, técnicas y comunidades, al interior de las dinámicas sociales. Es lograr que el contenido, como límite limitante, se involucre con el espacio social, como límite infinito de la creatividad.
Las instituciones educativas como aparatos del Estado en la modernidad, en la era monocultural, hoy se están fraguando hacia una sociedad multicultural y plurilingüe, en una sociedad democrática de pluralidad en la que vivimos actualmente.
La educación desde este plano se la considera liberadora, no en el contexto político, sino liberadora de los problemas que aquejan a la sociedad o se percibe en nuestro medio. En esta línea el proceso educativo sirva como herramienta esencial de transformación de la vida cotidiana de individuos que construyen un colectivo o una sociedad con una visión de integración y desarrollo.
Por otro lado, la vinculación de la educación y el trabajo productivo social no debe ser un simple método didáctico, más bien debería ser la esencia de nuestro sistema, aplicado en todos los niveles de acuerdo con la edad de los escolares, de la naturaleza de sus estudios y los intereses de la propia sociedad. Los objetivos perseguidos por la vinculación de la educación intelectual, física y técnica con el trabajo productivo social, no se limita a la aplicación y comprensión de los principios científicos que sirven de base a los procesos tecnológicos en los cuales el escolar participa; tampoco se limita a romper la tradicional contradicción entre la teoría y la práctica, entre el trabajo físico y el trabajo intelectual; sino que van más allá, pues sólo el que trabaja y produce es capaz de comprender de dónde procede la riqueza social; sólo el que trabaja y produce comprende el valor que tiene el trabajo humano.
En esa perspectiva, es menester la búsqueda de la integralidad de los aprendizajes, que necesariamente se traduce en las siguientes dimensiones de información, formación y capacitación en las lecciones prácticas que permitirá orientarnos hacia una verdadera educación productiva, para construir el presente y asegurar el futuro.
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