La intempestiva disolución del Frente Amplio (FA), ocurrida meses atrás, aún influye en los sectores de oposición que compiten en el proceso pre-electoral. Una de las fatales consecuencias causada por el colapso inducido del FA, es sin lugar a dudas, la dispersión de candidaturas y del voto; la imposibilidad real, de unificar a la oposición por la ausencia de un liderazgo fuerte y único.
Si bien la nueva estructura posicionó a Samuel Doria Medina en un lugar expectable para la alianza Unidad Demócrata, en el fondo, debido a la ruptura del Frente Amplio, la oposición no tiene una sola cabeza, un líder único y parece que no lo tendrá, debido a la pugna de intereses entre candidatos. Es una oposición sin mística y sin horizonte.
Nadie ha cedido hasta hoy, a las exigencias nacionales de un solo líder, una sola candidatura y un solo voto para la oposición. Al contrario, la negativa a unirse y la guerra interna entre postulantes de la oposición nos recuerda que mejor hubiera sido mantener el Frente Amplio que en efecto, podía neutralizar la dispersión del voto y posicionar un liderazgo fuerte en los comicios del 12 de octubre.
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