(EL DIARIO) Especial.- Grande fue la sorpresa de los mexicanos al ver que, junto a uno de los “dioses venidos del cielo”, caminaban los “dioses sucios”.
Las huestes mexicanas antes de ser sometidas por las fuerzas españolas, en 1519, habían creído ver en aquellos barbudos montados a caballo, el retorno de los dioses alados, tal como refería una antigua leyenda. Por eso llamaron a los colonialistas, “dioses venidos del cielo”.
“Los dioses sucios” eran nada menos que los primeros esclavos africanos, llegados a México, posiblemente traídos desde Cuba, ruta de aquella infame trata de personas que sólo concluiría a fines del Siglo Diecinueve y en algunas situaciones, en 1936.
EL PASO INTERMEDIO
El historiador Herbert Aptheker consideraba que “por cada esclavo que llegaba al continente americano, más de tres murieron resistiendo la esclavitud en el Africa o en el “paso intermedio”, es decir, durante el viaje de Africa-América. Quince millones de habitantes de la costa occidental africana fueron conducidos a la América como esclavos; otros 50 millones nunca llegaron”.
“Según estas estadísticas, 65 millones de africanos (las dos terceras partes de esta cifra, hombres y el resto mujeres), fueron muertos o secuestrados durante más de trescientos años de trata internacional de esclavos. Como es sabido, las condiciones de los africanos a bordo de los barcos eran infrahumanas. Vivían en un espacio entrepuentes no más alto que un sarcófago y tan apretujados que no podían moverse sin tropezar con el de al lado. Los esclavos que hallaban una oportunidad para ello, frecuentemente se suicidaban”.
Entre los siglos XVI y XVII, habrían ingresado, además, medio millón de esclavos, repartidos a Brasil y las Indias españolas.
POTOSÍ
El cronista potosino Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela, en su monumental obra (1676-1736) escribió: “Durante la primera mitad del Siglo XVII la ciudad de Potosí continuó creciendo hasta llegar a los 160 mil habitantes (…) había 4 mil españoles provenientes de la Península y otros tantos nacidos en Potosí, así como 40 mil criollos y 6 mil esclavos y mulatos”.
Refiriéndose al trabajo en las minas, decía: “Los esclavos en las alturas no podrían escapar por ser la tierra fría y pelada. No tendrán qué comer ni donde ocultarse. Con tenerlos en continuo trabajo y darles castigos ejemplares y rigurosos a los que los mereciesen (…) y con no dejarles poseer ningún género de armas, ni siquiera cuchillos, se aseguraría que no puedan huir”.
Esa era la creencia citadina, totalmente negativa, del contingente esclavizado que trabajaba de sol a sol, en la entonces riquísima ciudad de Potosi.
CARIMBAR
No había esclavo sin marca. Y si un esclavo cambiaba de “amo”, debía ser marcado nuevamente. A esa terrible costumbre, se le llamó “carimbar” posiblemente palabra en portugués que se traduce como sello.
Los esclavos eran “carimbados” en el pecho, el rostro o los brazos, sean hombres y mujeres. La ofensiva y dolorosa marca servía para identificar al propietario del esclavo o para buscarlo si se convertía en un fugitivo “cimarrón”.
Los cimarrones que hacían del monte o de las montañas su refugio, fueron realmente, hombres y mujeres que enfrentaron a los esclavistas y grandes dueños de tierra y que constituyeron el inicio de la resistencia a la esclavitud y al colonialismo.
IDENTIDAD
Miles de africanos, reducidos a la oprobiosa condición de esclavitud y provenientes de varias naciones de este enorme continente perdían familia, mujeres y hasta hijos. Una vez embarcados en los navíos, mezclados con hombres y mujeres de diferentes dialectos africanos, iban perdiendo poco a poco su identidad de nacimiento.
Este fenómeno, causo nuevas frustraciones. Fue muy difícil rastrear el verdadero origen de los descendientes de aquellas multitudes traídas por la fuerza y la brutalidad a la América Latina.
INDEPENDENCIA
Como en otras latitudes de América Latina, los esclavos se enrolaron contra los ejércitos españoles, esperanzados en salir vivos de la larga contienda y luego reclamar su libertad.
Si bien, en las constituciones del Siglo Dieciocho y Diecinueve se tocaba el tema de la libertad de los esclavos, en la práctica esto no sucedió. La población sometida continuó trabajando en iguales o peores condiciones.
Surgieron líderes, que lucharon por el reconocimiento de los derechos de los africanos en Europa, Africa del Sur, Estados Unidos y América Latina, hasta que, debido a la presión de la sociedad y de grupos democráticos, en décadas de constante lucha política, fueron logrando los espacios actuales que, además, llevaron a Mandela y Obama, a la presidencia de dos grandes naciones.
AFROBOLIVIANOS
El autor de “Esclavos en Bolivia”, Alberto Crespo R., se refiere a la diferencia entre los trabajadores mitayo y los esclavos: “Los hacendados preferían emplear mano de obra esclava, antes que de indígenas, porque éstos ocupaban tierras, restándoles a los propietarios de haciendas, mientras que los esclavos no tenían, en ninguna forma, acceso a ellas, tanto por imposibilidad material como por predisposición psicológica. Una ‘cosa’ (el esclavo) no puede poseer otra cosa”.
“Es inconcebible prosigue el autor, que un esclavo diera prioridad al hecho de hacerse dueño de una tierra, antes que convertir a su persona en un ser libre. Además y esto es lo fundamental, los bienes del esclavo pertenecían a su amo, o sea que todo tipo de propiedad le estaba negado a aquel”.
LEY 045
Indudable que, a partir de la década de los años 50 del Siglo Veinte y luego del 8 de octubre del año 2010, la comunidad Afroboliviana consiguió una Ley que no fue promulgada ni la Colonia ni la República: la Ley 045.
En los incisos a y b, del Artículo 2, dice: “Interculturalidad. Entendida como la integración entre las culturas, que se constituye en instrumento para la cohesión y convivencia armónica y equilibrada entre todos los pueblos y naciones para la construcción de relaciones de igualdad y equidad de manera respetuosa; Igualdad. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derecho”. En cuanto a “c).- Equidad. Entendida como el reconocimiento a la diferencia y el valor social equitativo de las personas para alcanzar la justicia social y el ejercicio pleno de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales”.
Los ciudadanos afrobolivianos, hoy son reconocidos y admirados en todo el país. Sus manifestaciones culturales, políticas y sus candidatos a la Asamblea Legislativa constituyen parte del liderazgo de los pueblos que miran el futuro desde una nueva perspectiva.
Queda atrás, la indigna historia de esclavitud y sometimiento. Empieza la verdadera liberación del pueblo afroboliviano, que ya se anuncia públicamente en diversas manifestaciones culturales, políticas y en particular, en el comportamiento personal, al sentir orgullo de ser afro y a la vez, muy boliviano (clovisdiazf@gmail.com).
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