Del libro de Eclesiastés
(Cap. 11).
Echa tu pan en las aguas,
que después de mucho tiempo lo hallarás.
Divídelo en varias partes:
si un empresa falla, quizá otra te irá bien.
Cuando la nube se carga de lluvia,
La vuelca sobre la tierra.
Y el árbol que cae hacia el norte o al sur
allí quedará.
El que al viento mira, no sembrará;
y quien observa las nubes, no segará;
(quien nada arriesga, nada podrá conseguir).
¿Acaso sabes por qué camino
entra el espíritu en el cuerpo?
Así tampoco conoces la obra de Dios,
Que todo lo hace.
Siembra bien temprano tu simiente,
Y por la tarde no dejes reposar tu mano,
Pues no sabes qué simiente vendrá bien:
Si la de la mañana o la de la tarde,
O bien entrabas.
Dulce es la vida,
Y agradable para los ojos ver la luz del sol.
Aunque el hombre viviere muchos años,
y los haya gozado plenamente,
piense en los días de tinieblas, que serán muchos;
y recuerde que cuanto sucede es todo vanidad.
Alégrate, pues, en tu mocedad,
y goce tu corazón
durante tu juventud;
pero ten presente que de todo esto
ha de pedirte cuenta el Señor.
Echa la tristeza fuera de tu corazón,
porque la juventud es la estación alegre;
pero piensa que la juventud pasa como un soplo
y tanto ella como el placer son cosas vanas.
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