La cuestión agraria olvidada por los partidos

El asunto agrario, en especial en lo que se refiere al trabajo humano y la propiedad de la tierra, es el máximo y más prioritario asunto que tiene Bolivia en el orden del día de sus asuntos de urgencia por resolver. Sin embargo, esa cuestión está totalmente relegada al olvido por los partidos políticos que ocupan el escenario nacional.

La cuestión agraria es tanto o más importante que el tema de los hidrocarburos, pese a eso no se le ha dado prioridad alguna y ha sido condenada a la absoluta ignorancia. Se relega a último plano las cuestiones históricas, económicas y legales del asunto y, en esa forma, enceguecidos por los árboles, no quieren ver el bosque, confirmando, así, el escasísimo interés sobre esta materia.

La crisis económico-política que actualmente padece el país radica en el asunto agrario, el mismo que en vez de ser solucionado ha sido agravado en últimos años por distintos gobiernos y más aún por el actual. Efectivamente, las disposiciones agrarias dictadas en tiempos recientes (ojo, incluyendo la nueva Constitución) han hecho grandes recortes a la democracia en el campo y, a la par, sirven para restaurar y mantener formas comunitarias, esclavistas y feudales, vale decir ostensibles políticas de retroceso a épocas medievales y hasta más primitivas.

Si se revisa los idearios de los partidos políticos que intervienen en las elecciones, se encuentra que de los cinco participantes, ninguno de ellos dice una palabra sobre la cuestión del trabajo y la propiedad del suelo o, a lo más, (que ya es mucho decir) se limitan a ofrecer medidas técnicas que esquivan los aspectos esenciales de la cuestión.

Los tolderíos partidarios están abocados a cuestiones secundarias e inclusive sólo ponen en el primer punto del orden del día de sus agendas la cuestión de los hidrocarburos, asunto ya resuelto en gran medida y al cual ahora se le quiere poner algunos parches. En cambio, nada se dice sobre la cuestión de la tierra y las relaciones de producción en el ambiente rural, lo cual significa que el problema agrario seguirá subsistiendo y, por tanto, continuará generando crisis económicas y políticas y, en especial, inseguridad alimentaria, así como provocando grandes conflictos históricos.

No vale la pena hacer referencia concreta a lo que piensan los partidos sobre la magna cuestión agraria, porque nada dicen o bien hacen sugerencias infantiles y hasta absurdas que lo que hacen es empeorar la crisis rural, incrementar el abandono de la tierra, aumentar la migración a las ciudades, provocar menor producción (excepto coca) y el asombroso aumento de importación de alimentos.

De ahí se concluye que siendo la grave situación agraria la que origina la crisis económica y política actual del país, el siguiente Gobierno no resolverá la cuestión y, por tanto, la crisis general no sólo se mantendrá, sino que se agravará en forma geométrica. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?