Serie Científica Latinoamericana
La deshidratación tiene efectos en la cognición de los niños, particularmente en la memoria, y por ello si los niños no se acostumbran a beber líquido a lo largo del día tendrá repercusiones en la edad adulta al no ingerir la cantidad de agua suficiente para mantener la hidratación adecuada.
Este dato resalta de la conferencia presentada por el médico Mathew Ganio, profesor Asistente de Ciencias del Ejercicio en la Universidad de Arkansas y Director del Laboratorio de Rendimiento Humano, durante su intervención en el Simposio Vida Activa y Saludable, recientemente celebrado en la República Argentina.
Con base en distintas pruebas, Ganio explicó que casi el 80% de los niños con los que se hicieron algunas pruebas, estaban deshidratados antes de iniciar actividades deportivas y es posible que inicien el día escolar con cierto grado de deshidratación.
A lo largo de su ponencia, el profesional presentó algunas de las pruebas y resultados que han realizado para medir los efectos de la deshidratación en las capacidades cognitivas de los individuos, especialmente de los niños. A ese respecto, mencionó que en algunos casos de estudios realizados con adultos demostraron que aunque la deshidratación generó en algunos de los participantes un incremento en los errores visuales, su estado de ánimo no se modificó con la deshidratación y que un estado de ánimo negativo no necesariamente tenía un efecto negativo en la cognición.
En el caso de los niños, su capacidad cognitiva y sus niveles de hidratación y actividad son diferentes a los de los adultos, pero por su propia actividad generalmente necesitan más líquido aunque no se sabe con exactitud cuánto conocimiento tienen sobre su necesidad de rehidratación. Sin embargo un estudio realizado con niños mayores de 10 años comprobó que una deshidratación sí afectó su memoria.
“Es conveniente que las escuelas proporcionen alimentos y líquidos y que maestros y directivos se preocupen porque los niños se mantengan hidratados buscando que beban líquidos en la forma que más les agrade a los pequeños”, afirmó. “Buscamos que los niños beban cierta cantidad de líquidos por lo que hay que buscar la forma en que se hidraten en la forma que más les agrade”.
La deshidratación influye en el estado de ánimo
Por lo que toca a los adultos, el experto dijo que se han realizado estudios que demuestran que el estado de ánimo es parte de la función cognitiva del cerebro que puede ser afectado por ciertos niveles de deshidratación. Explicó que con sencillos ejercicios visuales se puede determinar el nivel de afectación, dependiendo de la velocidad para tomar una decisión y de lo acertado que la misma haya sido. “Se trata de pruebas de vigilancia visual que se hacen a los controladores aéreos”, comentó, y luego agregó: “Es incuestionable que una deshidratación genera deterioro cognitivo, pero lo importante es medir la relación entre la deshidratación y la pérdida cognitiva”.
En suma, Ganio expresó que es importante educar a la gente acerca de la deshidratación, hacerle saber qué es; orientarla sobre el adecuado consumo de líquidos y realizar algunos cambios necesarios en la cultura para lograrlo. Adicionalmente, agregó que no hay datos científicos que avalen que ingerir ciertas cantidades de agua al día es lo adecuado. Cada organismo tiene sus propias demandas al respecto.
“De acuerdo con la edad, sexo y actividades del individuo, varía la cantidad de ingesta de agua para evitar la deshidratación, por lo que no hay recomendaciones exactas para la cantidad de agua que es necesaria para el individuo”, concluyó el médico.
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