Estamos a pocos días del momento en que después de haber escuchado discursos, ofertas de todo tipo, todos asistiremos a los recintos electorales para depositar nuestro voto que, como ciudadanos, esperamos sea respetado y conduzca a una verdadera transformación de la economía y de la sociedad.
Esperemos que triunfe la verdad, que con base en nuestro voto, dejemos atrás conceptos vertidos por un alto dirigente político quien dijo: “no importa la ética, lo que deseamos es sumar”, discurso que evidentemente da muestras de un pérdida moral y de ética irresponsables, cuando la conducta pública debe ser guiada por conceptos de alta ética, de probidad, de honradez.
El deseo de la ciudadanía era el de que hubieran sólo dos frentes, uno que detenta el poder en los últimos años, con el cual evidentemente se ha cometido excesos, se ha tenido abusos con el uso de los recursos públicos que se generan por los impuestos y que, parece haber desperdiciado la gran oportunidad de cambiar la matriz productiva del país. Pero, el segundo frente no se dio, con lo cual la dispersión del voto entre cuatro mini contendores, parece haber despejado el camino para reeditar otro periodo constitucional muy parecido al que hemos vivido en el pasado inmediato, dejando libre el camino para una posible re-re-reelección que, esperemos, no ocurra por el bien de la democracia.
Suceda lo que suceda con los resultados del voto, ¿qué es lo que la mayoría de la ciudadanía espera para el futuro inmediato?
En el ámbito macroeconómico, una política monetaria que acabe con una tasa de cambio congelada que perjudica el desarrollo de nuestras exportaciones, a lo cual se han añadido trabas legales y prohibiciones para exportar. Una gestión pública honesta y eficiente que aproveche los todavía altos precios de las materias primas que exportamos, que apoye una mayor diversificación productiva que permita generar empleos mejor remunerados y que contribuya a disminuir los riesgos de vulnerabilidad a los cambios en el comercio internacional que puedan afectar los ingresos nacionales en el futuro inmediato.
Que la inversión pública se oriente a proyectos con objetivos claros, no rimbombantes como el satélite o el desarrollo de proyectos de energía nuclear, como se anuncia, sino que sirvan efectivamente al cambio de la matriz productiva y a un mejor aprovechamiento de nuestra base de recursos naturales.
¿Cuáles son esos proyectos? Infraestructura caminera en los ejes principales, pero que se construya en tiempos adecuados, con base en contratos bien definidos, para no tener proyectos cuya ejecución se prolonga indefinidamente o son simplemente ofertas del momento. Proyectos de propósito múltiple para el desarrollo de nuestros recursos hídricos, para proveer agua potable, agua para riego y generación de energía. El país tiene las condiciones naturales para una mayor autosuficiencia alimentaria y para incrementar la exportación de alimentos a una población mundial que crece de manera exponencial.
Apoyar para que el desarrollo productivo sea tarea de los empresarios industriales y agropecuarios, eliminando conceptos como “Fuerzas Armadas autosustentables”, o empresas públicas que, claramente nada tienen de “estratégicas”.
Se requiere adecuada coordinación de la inversión pública en los niveles nacional, departamental y municipal. El pacto fiscal del que se habla tanto, debe redirigir los recursos preferentemente a las gobernaciones y los municipios.
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