Las relaciones diplomáticas boliviano - chilenas están “maritimizadas” o sea que están erosionadas por la suspicacia en particular. Quizá esta realidad se ha profundizado más a partir de la demanda boliviana en La Haya, en 2013, por una decisión de país. Por una actitud que ha propendido a reivindicar la dignidad nacional, tan menoscabada hoy como ayer.
En consecuencia, la desconfianza ha frustrado, de manera permanente y sistemática, toda inquietud de aproximación bilateral con tendencia a promover el diálogo, la concertación y la tolerancia, con los que pudo haber terminado, en justicia, el centenario enclaustramiento boliviano. Situación que ha profundizado los resquicios del desencuentro, de la enemistad y la controversia, en desmedro de una convivencia que armonice los intereses boliviano – chilenos.
La desconfianza, que ha contribuido enormemente al distanciamiento de las dos naciones, genera gestos de displicencia e intolerancia, en círculos chilenos pro oligárquicos, que gobiernan la nación transandina, en democracia.
“Una invitación al diálogo es cuando se intenta concordar con el otro” - señala la carta enviada por La Moneda a la 69 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, que sesionó, en Nueva York, casi al cerrar el mes anterior-. “Lo de Bolivia es una demanda unilateral pura y simple contra nuestro país, que pretende que Chile ceda territorio. Eso no va a ocurrir”, agrega. El tenor del documento fue dado a conocer por el canciller Heraldo Muñoz.
El agresor de 1879, por lo visto, utilizando la consabida fraseología antiboliviana, trató de restar importancia a las palabras formuladas por el mandatario boliviano, ante ese organismo internacional. El Presidente declaró: “Bolivia invoca al derecho internacional y sus principios para resolver de manera concertada y de buena fe su acceso soberano al océano Pacífico. Haremos bien a nuestros pueblos, a las nuevas generaciones y al mundo concertando una solución efectiva y en paz por el acceso soberano de Bolivia al mar”.
Horas previas al discurso presidencial la señora Michelle Bachelet dijo que reafirmaba el respeto “a la estabilidad de las fronteras. El derecho internacional es claro y tajante. Cualquier acción destinada a afectar los tratados de límites vigentes, abre espacios para la incerteza jurídica. Abrirles paso sería un muy mal precedente que podría afectar la estabilidad y la paz internacional”. He ahí la sospecha que le hizo perder el sentido común al vecino.
La única manera de vencer la suspicacia, resultado del centenario diferendo, es aunar esfuerzos en la histórica perspectiva de construir un futuro que signifique paz e integración. Sólo con esta actitud estaremos en condiciones de “tender puentes de confianza y a derribar muros de sospecha”. Surgirán, entonces, las posibilidades de “fortalecer los vínculos de amistad y cooperación bilateral”, conforme manifestó el cónsul general de Chile en Bolivia, Milenko Skoknic.
En suma: aún es tiempo para escudriñar un relacionamiento bilateral que consulte los intereses de ambos países.
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