Expedición al río Pilcomayo

Enrique Van Nivel era un oficial de la marina holandesa que había venido a Bolivia recomendado por Antonio Acosta, el ministro en Londres.

El presidente José Ballivián lo contrató para que emprendiera la exploración del Pilcomayo, poniendo a su disposición todos los elementos necesarios. La expedición se componía de una flota formada de tres piraguas y ocho canoas y el número suficiente de tripulantes. El jefe inmediato de esta flota era el norteamericano Thompson, condecorado al efecto con el título de comodoro. Una compañía de 56 soldados a órdenes del mayor Gabino Achá, cochabambino y de los tenientes Julio Trigo y Donato Vacaflor, tarijeños, formaron parte de la expedición, custodiándola,

El 15 de octubre de 1844 partió la expedición de un lugar llamado Cavayu Repoti, situado al sur de Santa Bárbara de Teyo, donde años después se fundó la colonia Crevaux.

Hasta el 20 de octubre navegaron sin obstáculo. Este día, después de varias varaduras, se vieron obligados abandonar las canoas y una parte de los víveres y continuaron avanzando en las piraguas por un canal que tenía, de cuatro a cinco pies de agua.

El 25 de octubre llegaron a un punto donde el Pilcomayo se divide en dos brazos. La expedición tomó el de la derecha y a poco de haber navegado se encontraron con una laguna cenagosa que interrumpió su marcha. Esa laguna, de la que Van Nivel dice que tenía 89 leguas de circunferencia, daba paso a diversos canales, cuya estrechez hacía imposible la navegación.

Los expedicionarios abandonaron entonces las embarcaciones y siguieron el viaje a pie. Para evitar los ardores del sol del mediodía, sólo caminaban en la mañana y en la tarde. En todo el trayecto encontraron tres hermosos saltos de agua; y a los nueve días de viaje llegaron a las orillas de una nueva laguna, en la cual se perdían las aguas del río.

Algunos de los guías indígenas aseguraron que desde este lugar al río Paraguay sólo distaban tres jornadas; pero “los expedicionarios, faltos de energía ante la impericia de los mismos guías y carencia de provisiones”, según Santiago Vaca Guzmán, y acosados por 80.000 indios salvajes según el mismo Van Nivel, decidieron regresar y regresaron, habiendo hecho una marcha que calculaban en 189 leguas de 4.3 metros, desde el punto de partida

Arturo Thouar, que años después siguió la misma ruta que Van Nivel, en relación de sus viajes dice que los indios moradores de aquellas regiones difícilmente alcanzan al número de 30.000 y que la gente de guerra no puede pasar de tres a cuatro mil, siendo improbable que Van Nivel hubiese sido atacado por 80.000.

Los primeros escritores que dieron noticias más o menos detalladas de esta expedición, fueron Martín de Moussey, Federico Parish y Santiago Vaca Guzmán. Posteriormente se publicó en Europa y se reprodujo en Buenos Aires, en 1886, traducido al castellano, el Diario de la Expedición escrito por el mismo Van Nivel.

Las expediciones posteriores a la de Van Nivel, y de muchas de las cuales, especialmente de las de origen boliviano, nos hemos ocupado en estas crónicas, fueron las del padre Giannelli, en 1863; Andrés Porraz, en 1870; Napoleón Uriburu, 1875; Luis A. Bernet, 1878; Julio Crevaux, 1882; Comandante Fontana, 1882; Andrés Rivas, 1882; Ibarreta y Baldich, 1883; Daniel Campos, 1883; mayor Feriberg, 1884; Arturo Thoar, 1885 y siguientes: Francisco W. Fernández, 1886; César Valcarcel, 1885; Mayor Fawcett, 1877; G. A. Sol. 1889; Capitán Page, 1890; ingeniero Storn, 1890; Ramón Lista. 1897; Barón de Nordenskiol, 1901; Lange, 1902; Krausse y Ayala, 1905 y siguientes; Arnaldo y Adalberto Schmíeld, 1906; Leocadio Trigo y Guillermo Hermann, 1906; Expedición militar boliviana, 1911; Enrique Alcoreza, 1922, etc., etc.

Fuente: EL DIARIO 30 de

septiembre de 1927.

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