Las elecciones fueron ganadas ampliamente por el Movimiento Al Socialismo (MAS), con un 60% de los votos, lo cual se irá confirmando cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) vaya emitiendo el cómputo oficial de los resultados.
No hubo sorpresa alguna, sino previsibilidad en los resultados: el MAS triunfa en ocho de los nueve departamentos (excepto Beni) y las encuestas reflejaron la intencionalidad de la población. La oposición pensó que podía replicarse en Bolivia el caso brasileño, donde las encuestadoras fallaron, pero son dos realidades completamente diferentes. Eso sí, hubo un cambio en la parte de “abajo” en esta competencia: el Partido Verde culmina arriba del Movimiento Sin Miedo en lo nacional y en La Paz, lugar donde los “sin miedo” supuestamente debían triunfar.
¿Qué le pudo ofrecer la oposición al país? Es la pregunta que la oposición no supo responder, puesto que el principal discurso de campaña fue centrarse en críticas a los desaciertos gubernamentales en vez de proponer un Programa de Gobierno que muestre la viabilidad de una Bolivia post Evo Morales. Pero resulta que mientras el MAS se propuso desde un inicio el ganar las elecciones, la oposición solamente aspiraba a restarle 2/3 al MAS en el Legislativo. El MAS de hoy ya no es el mismo de hace diez años, cuando era un partido de tendencia campesina y excluyente con sectores como empresarios, clase media, clase alta y sectores cívicos, a los cuales ahora los ha incorporado. El éxito del MAS radica en la incorporación de actores que antes le eran antagónicos.
¿Qué hizo la oposición para perder? Lo hizo todo, desde ir de manera dividida, hasta pelearse entre ellos, olvidando que el enemigo político es el MAS. Hubo escasa renovación en las listas parlamentarias que han presentado y un pequeño ejemplo de eso es que casi la totalidad de las uninominales han sido ganadas por el MAS. Hubo un discurso electoral muy pobre en la oposición, y si bien sabían de las ventajas del MAS, no han aprovechado las desventajas propias del partido oficialista.
Mientras que el MAS atraía a figuras de oposición a sus filas, la oposición no hacía lo mismo con figuras masistas. El MAS incluía a diversidad de sectores en sus filas y en sus candidaturas, y la oposición con la arcaica manera de hacer política de poner a políticos cuestionados y familiares en las listas. Claro que ahora el MAS debe definir qué lugares asignarles a sus nuevos aliados dentro de las estructuras de poder.
Al margen de las denuncias de irregularidades electorales, la victoria del MAS es clara y contundente, y ya ha sido reconocida por los opositores, o con sus declaraciones o con el silencio sepulcral. Al final de cuentas, la oposición debe replantearse su propia existencia y hay que aclarar lo siguiente: en las Elecciones Departamentales y Municipales de 2015 a la oposición le irá mejor que este 2014, no por sus acciones sino porque el elector vota por la continuidad de las autoridades locales que, en buena parte, son de oposición.
El autor es abogado.
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