Entre las iniciativas y en medio de la campaña electoral del oficialismo que terminó el domingo 12 de octubre, el primer mandatario anunció que estaba impulsando medidas para convertir a Bolivia en el centro energético de América del Sur y, a la vez, buscaba mercados de consumo de electricidad para exportar el fluido energético.
El anuncio aumentó la expectativa de la opinión pública cuando afirmó que además de la producción de energía en las formas termoeléctrica, eólica, solar e hidroeléctrica, se añadiría la producción de energía nuclear “con fines pacíficos”, para lo cual se estaba haciendo gestiones ante algunos países a fin de adquirir los medios técnicos necesarios, aunque todavía se tendría que esperar la autorización de organismos internacionales.
El ofrecimiento de convertir a Bolivia en centro energético causó interés general, pero no dejaron de producirse observaciones al asunto, las mismas que podrían dificultar la realización del proyecto, en especial en lo que se refiere a la cuestión nuclear, debido a la complejidad del asunto. La crítica más notable en este sentido es que muchos países decidieron dejar de producir energía atómica y cerrar plantas que la están produciendo, en especial a raíz de la tragedia soviética (Chernobyl), y otras de Japón, Francia, etc.
Entre otras críticas a la iniciativa estatal se apunta que no se tiene a mano la cantidad necesaria de materia prima, aunque se dijo que se descubrió en el oriente un yacimiento de uranio que podría abastecer las necesidades de la planta atómica. De otro lado, se indica que el país no dispone de tecnología para activar el plan y menos del personal para operarlo, pues, entre otros, el manejo de esta clase de plantas es secreto industrial, que los empresarios nucleares no están dispuestos a revelar para a los compradores.
A esos problemas se suman otros dos. El primero, que se trataría de un proyecto faraónico que rondaría los 20 mil millones de dólares y, el segundo, que el mercado de consumo externo de electricidad no está asegurado ni mucho menos y el interno ya estaría cubierto. Sin embargo, existiría un escollo más agudo para el proyecto energético, que sería que el funcionamiento del sistema termoeléctrico (el más importante de la red) dejaría de operar a mediano plazo, pues carecería de gas, cuya producción está en agotamiento y, a la par, la absurda práctica de producir energía (gas) para producir energía (electricidad), procedimiento descartado en todo el mundo.
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