La mala fe chilena

De una revisión del pasado mediato e inmediato se desprende que Chile siempre actuó de mala fe con Bolivia. Aunque sostengan lo contrario quienes ocupan coyunturalmente La Moneda y los chilenófilos que pululan, ahora más que nunca, en el territorio patrio.

Este aserto se apoya en las referencias históricas que relacionan a los países involucrados en el diferendo de 1879. En consecuencia la verdad relacionada con la mala fe chilena, en contra de Bolivia, que tanto incomoda al transandino, surgió de aquellas fuentes informativas. Mala fe que no ha cambiado ni con la gobernante izquierdista señora Michelle Bachelet.

El mariscal Andrés de Santa Cruz, en carta dirigida al general José Ballivián, expresa su preocupación por “la agresión chilena (a territorio patrio) que él creía inminente”. Además advierte, en ella, acerca de “los deseos chilenos de subyugar a Bolivia” (Phillip T. Parkerson: “Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú- Boliviana 1835/1839”, 1984, pág. 301).

Y se ejecutó la agresión de mala fe chilena. Chile, “país austral pobre y sin recursos naturales, en el Coloniaje ha constituido una mera Capitanía, mientras el Perú era un Virreinato opulento. Convertidos Capitanía y Virreinato en Republicas, Chile advierte que fatalmente, por el peso inexorable de las leyes económicas y políticas, será absorbido por esta nueva potencia continental en gestación (la Confederación Perú-Boliviana)” (Alfonso Crespo:”Santa Cruz – El Cóndor Indio”, 1944, pág. 214). Chile había logrado su objetivo para salir de la pobreza y hoy es un país próspero con recursos naturales de propiedad boliviana. He ahí el resultado de la mala fe chilena.

Pues la incursión chilena a territorio nacional, al correr del Siglo XIX, le ha dado toda la razón al mariscal Santa Cruz, quien, no olvidemos, había reiterado su inquietud patriótica, al comunicarse, mediante una misiva con el general Ballivián. En el fondo, posiblemente, el Protector con la advertencia que hizo, ha repudiado la mala fe chilena, que tantos contratiempos le ha provocado a Bolivia.

“Los deseos chilenos de subyugar a Bolivia”, según reveló el Mariscal Santa Cruz, se cumplen hoy con la inundación de sus productos, en centros urbanos y rurales del país. Bolivia se ha constituido en el mercado más atractivo para el vecino. En este marco alienta, inclusive, el contrabando, en desmedro de los supremos intereses de nuestra nacionalidad.

Productos de origen chileno se ve a cada paso en las ciudades y provincias. Desde productos farmacéuticos hasta manzanas. Desde la leche en polvo hasta calzados. Desde las uvas sin pepa hasta los coches indocumentados. Una actividad comercial que está contemplada, obviamente, dentro de los proyectos de invasión chilena a los centros de abasto nacionales. Es una toma pacifica del territorio boliviano.

Algunos dirán que es parte de la decantada integración boliviano – chilena. Nada más falso. La verdadera integración, de estos dos países, surgirá una vez sea solucionado el centenario problema marítimo. Entre tanto estaremos en las mismas de siempre. Es decir sin perspectivas para avanzar hacia una solución definitiva del encierro geográfico boliviano por la mala fe que anima a los gobernantes chilenos.

En suma: la mala fe chilena, no contenta con objetar a la Corte Internacional de Justicia en el tema marítimo, despliega ahora una campaña internacional a fin de perpetuar el encierro geográfico boliviano.