Tatiana Vargas Masís
La abolición del ejército en Costa Rica, el 1 de diciembre de 1948, ha traído grandes beneficios socioeconómicos al país. El pueblo costarricense identifica a su país con la idea de la paz y toma esto como una de las partes fundamentales de su identidad. Esta abolición no sólo es un hito histórico, sino que también es una parte tan vital para el país que el Artículo 12 de la Constitución Política, promulgada en 1949, indica que “Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares, unas y otras estarán siempre subordinados al poder civil”. De esta manera, podemos ver que la opinión pública tiene sus raíces en las luchas que se llevaron a cabo para lograr dicha abolición, en la Constitución Política y el ideario nacional.
La decisión de proscribir las fuerzas armadas se produjo luego de una dolorosa y cruenta guerra civil, en 1948. El presidente José Figueres Ferrer, victorioso en esa confrontación optó por llevar al país por el camino de la abolición del ejército, en vez de fortalecer a las fuerzas armadas, ya que esto habría requerido de un gran presupuesto y se decidió que no estaba en el mayor beneficio del país. El 31 de octubre de 1949 se dio la aprobación para este proyecto por parte de la Asamblea Nacional Constituyente.
Este hito histórico condujo a destinar los pocos recursos con que el país contaba, no hacia un gasto militar, sino hacia programas de cultura, salud y educación, que explican los logros alcanzados en cuanto a seguridad social, cobertura sanitaria, alto nivel de escolaridad, una esperanza de vida mayor a los 75 años, y cobertura nacional en áreas de telecomunicación, agua potable, electricidad y seguridad social.
En su reciente visita a Costa Rica, a finales de julio, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, destacó que “por décadas, Costa Rica ha sido ejemplo mundial en rechazar innecesarios gastos militares. En su lugar, el país valientemente invirtió en salud y educación universal. El resultado ha sido una menor desigualdad y una mayor paz social”.
Los costarricenses han cosechado los beneficios de una decisión que marcó su desarrollo como nación, y que continúan hasta el presente para su población. El presupuesto que de otra manera iría para el mantenimiento militar, y compra de armas va dirigido a causas que ayudan a lograr el bien inmediato y directo de la población, como la educación y la salud. Efectivamente, el país cambió sus militares por educadores, y en esa experiencia única, se suma a los esfuerzos por lograr una mayor prosperidad para sus habitantes.
La Licda. Tatiana Vargas Masís es Encargada de Negocios a.i. de la Embajada de Costa Rica en Bolivia.
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